Juan Antonio Fernández
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Ahora la configuración geopolítica global está marcada por los territorios oceanográficos, ya no son los espacios continentales los grandes centros gravitacionales en la dinámica internacional. Con ello el Atlántico se configura como la proporción marítima, comercial, de seguridad y de las reservas estratégicas más relevantes del planeta. (Marques, 2011) No es casualidad que la mayor congregación militar en este Océano aluda a ello. Por su parte es a partir del 11 de septiembre cuando las líneas de seguridad fronteriza de los Estados Unidos se refuerzan pasando así a un corrimiento en el trazo norte-sur en donde el Río Grande y las costas del Golfo de México dejaron de serlo. Con ello pasa a una nueva demarcación hacia el Mar Caribe, la Florida, bordeando la Península de Yucatán para después cruzar al Pacifico por la frontera entre México y Guatemala y luego desde ambos Océanos dirigirse en latitud Sur hacia la Antártida. Como resultado de este giro para la seguridad de la potencia del Norte se condensan en una misma esfera de influencia: ecosistemas, importantes reservas energéticas, yacimientos minerales e infraestructuras estratégicas para el comercio, en una zona tensa socialmente, pero sin guerras.

Cabe mencionar que en este cuadro geopolítico y geoestratégico aparecen tres pequeños países ubicados en el umbral del Atlántico Sur, quienes como producto de las actuaciones de dictadores, cleptócratas y poderes ocultos se encuentran en una verdadera encrucijada. Este es el marco en que se inscribe el Plan de la Alianza para la Prosperidad bajo cuatro pautas básicas: i) Dinamizar al sector productivo; ii) Desarrollar oportunidades para capital humano; iii) Mejorar la seguridad ciudadana y acceso a la justicia; iv) Fortalecer instituciones. Los vectores están delineados por inversiones de capital en sectores como el minero, la energía e infraestructura logística. A su vez la lucha contra la corrupción, contra las bandas criminales y el fortalecimiento de instituciones de la cadena de justicia son elementos importantes. Para su implementación se realizó recientemente la denominada Cumbre de la Prosperidad y Seguridad encabezadas por el Vicepresidente de los Estados Unidos y los Presidentes de los tres países.

El mensaje desde el poder hegemónico pareciera trivial, lo cual no me parece, pues se estructura simbólicamente por un orden de: i) Aceptación sobre las disposiciones de prácticas ajustadas a esquemas predefinidos y fundamentados en una realidad: los peligros que del tráfico de personas, el narcotráfico y la falta de seguridad fronteriza; ii) El reconocimiento de sentido común y ejercicio al margen de la coerción: la sede de la Cumbre fue la Florida, base de la cuarta flota de intervención, la mayor fuerza militar desplegada de este lado del Atlántico Sur desde tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que tiene una capacidad de despliegue satelital, naval y aéreo inmediato con fines de patrullaje constante, combate al terrorismo y actividades ilícitas, como el narcotráfico; iii) Una posición y visión de política exterior claras: pronunciada por el anterior Jefe del Comando Sur y actual responsable del Departamento de Seguridad Nacional. La mirada del “halcón” esta puesta.

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