Francisco Cáceres Barrios
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Todo el mundo se pregunta ¿por qué el presidente Morales no hizo, desde un principio, una selección de gobernadores basado en los requisitos que determina claramente la Constitución para escoger a dichos servidores públicos? La respuesta, bien podría ser entre que desconocía dichas normas; porque no le convenía a sus intereses o porque fue mal asesorado y otras más que nuestra imaginación tenga de límite. Lo cierto es que por cada disposición que ha venido tomando repetidamente contradiciendo lo que ofreció antes de disputar la primera y segunda vuelta electoral, lo único que ha logrado es traerse al suelo el poco prestigio y esperanza que tenía la población sobre el éxito de su mandato.
El último golpe asestado a las esperanzas de la población fue para que los recursos del Estado se pudieran manejar dentro del marco más estricto de la decencia, honorabilidad y corrección, habiendo decidido apoyar a las alcaldías municipales para que el Congreso elimine aquellos candados que llevan implícito el mejor control y administración de los recursos, cumpliendo los requisitos que por lógica provienen de las experiencias que todos muy bien conocemos, cuando los alcaldes y sus concejos no solo se han embolsado descaradamente recursos, sino que cada parentela y sus amigotes han salido beneficiados.
Si bien es cierto que la mayoría de los alcaldes municipales lo que menos tienen es ser expertos en el manejo de recursos, también es verdad que ellos desde que aspiran a ocupar cargos en cada uno de los concejos municipales debieran prepararse bien para manejarlos, de lo contrario, surgen lo que nos consta a todos, en donde los desmanes de unos o de otros sea lo que ha privado en la mayoría de las inversiones y, que conste, no estamos hablando de unos cuantos centavos sino de 2 mil 159.8 millones de quetzales, que los Consejos Departamentales de Desarrollo (Codedes) y sus unidades ejecutoras tienen disponible para la inversión en proyectos de interés para cada una de las localidades.
Los candados puestos por el Congreso para evitar los desmanes que han sido por demás demostrados, no son de plata, de oro o de acero, son simples medidas que la población ha exigido ante su hartazgo por ver que lo que venía ocurriendo en los niveles presidenciales, en que solo mejoraban económica y socialmente a los familiares y allegados, lo mismo ocurría a niveles de los concejos municipales y esta vez, el presidente Morales en lugar de responder apoyando los deseos de la población para apreciar cumplimiento en plazos, transparencia, honradez y cuentas claras, se ha puesto a politiquear, zafándole la alfombra a las poblaciones que siguen sufriendo sinnúmero de carencias y necesidades.