Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Del 2 de junio de 2016, fecha en la que se presentó el Caso de Cooptación y el presidente Jimmy Morales se hizo presente en la conferencia, han cambiado muchas cosas. Primero, de iniciar un proceso de extinción de dominio de TCQ, se pasó a ser el primer caso en el que se devolvió el bien a quien se le iba a extinguir y todo gracias a los “buenos” oficios del Interventor nombrado.

Segundo, el Presidente pasó de querer estar al lado de Thelma Aldana e Iván Velásquez a ser quien lidera un esfuerzo por defenestrarlos y así suavizar la lucha contra la impunidad y la corrupción que por ahora tiene al Partido Patriota (PP) como eje principal.

Y es que el mandatario está rodeado de gente que tiene los mismos intereses que él desde el día en que su hijo y hermano se convirtieron en objeto de investigaciones y el Presidente ahora repite la cantaleta de que apoya los esfuerzos contra la corrupción, PERO dice que tal lucha los tiene a ellos como funcionarios paralizados, que ha detenido la inversión y que la economía está resentida por los casos ya iniciados.

Un país en el que su sociedad estima que aplicar la ley ahuyenta la inversión, nunca podrá ofrecer certeza jurídica real que permita atraer más inversiones serias porque se sabrá que quienes deseen venir deben aguantar los embates de un sistema al que con dinero, influencias y demás, se le encuentra el lado amable y por tanto los inversionistas buscarán otros destinos.

Aquí decimos que aplicar la ley resulta un exceso, pero en los países de primer mundo hay quienes han tenido que purgar con cárcel sus delitos de corrupción y defraudación y si a eso vamos, no faltará quien diga en el futuro que al asesino de clase alta no se le sancione con cárcel sino que se le obligue a mantener a la familia del difunto, cuando en realidad debería sufrir las dos consecuencias en un mundo ideal.

Jimmy Morales se ha convertido en el líder de aquellos que expresan sus reservas bajo el argumento que la lucha nos está causando más daño que bien. Yo soy de los que pido que se amplíe el espectro de mafiosos a los que el radar de la justicia persigue, pero no creo que podamos pensar en un país diferente si pretendemos que se detenga la limpia y se proponga un borrón y va de nuevo.

En el 2012 el gobierno de Pérez Molina pensó que si eliminaba el 12% de IVA de las segundas o subsiguientes compraventas de bienes inmuebles más gente se animaría a escriturar a valor total sus transacciones inmobiliarias (salvo las desarrolladoras a las que la ley les marca el régimen) para pagar solo el 3% del timbre, pero aunque ya hay muchos que han ido cambiando su cultura tributaria hay otros que aún se resisten a actuar de esa manera bajo el argumento que el IUSI queda muy alto y que de todos modos, ese es dinero que para en las bolsas de los alcaldes.

Mi punto es que en ocasiones decimos que deseamos cambios, pero nuestros actos cotidianos demuestran lo contrario. Claro que duele pagar impuestos cuando estos sirven para financiar la orgía de la corrupción, pero por eso siempre he dicho que el camino es pagar pero reclamar, alzar las voces y ser efectivos para lograr los cambios.

Morales debió liderar el cambio del sistema, pero en cambio, es el líder de otra mara que con sus diputados como fuerza de choque, se juegan el todo por el todo para regresar las cosas a abril de 2015, cuando dar facturas sin sustento no tenía consecuencia.

Artículo anteriorJOSÉ SARAMAGO: Todos los nombres (XXVII)
Artículo siguienteDía Internacional de la Mujer