Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Nuestras autoridades, a diferencia de las mexicanas, se tragaron la patraña que vino a decir el general John F. Kelly, Secretario de Seguridad Interior (Homeland Security), en el sentido de que no van a realizar deportaciones masivas. Y digo que fue una patraña porque mientras él le aseguraba al ingenuo Presidente y al vivo Canciller que el gobierno de Estados Unidos no piensa en una política migratoria de ese tipo, su jefe, el presidente Trump, afirmaba lo contrario, al punto de que dijo que las deportaciones se llevarán a cabo con la precisión de un operativo militar y que cualquier persona que esté ilegalmente en el país es sujeto de deportación.

Nuestro gobierno no ha sido eficiente en atender a una población que se estima ya en 3 millones de personas viviendo en Estados Unidos y que, como lo reportan ahora todos los medios a los que Trump califica de propagadores de mentiras, están viviendo una verdadera angustia derivada del temor que se produce cada vez que el mandatario habla de los migrantes. La gente no quiere salir a la calle y cuando lo hacen tratan de evitar sitios a donde acuden quienes, como ellos, están en situación irregular porque no sólo los agentes de Inmigración están más activos, sino que muchos policías están adoptando medidas en su contra y la más leve falta puede ser motivo suficiente para la deportación.

En México, el Ministerio de Relaciones Exteriores fue tajante al rechazar las expresiones contemporizadoras del Secretario de Estado y del general Kelly, advirtiendo que no están dispuestos a aceptar cuestiones como la cacareada medida de hacerlos pagar por el muro ni de recibir a deportados que no sean mexicanos, luego de que Estados Unidos anunciara que se procederá a deportaciones inmediatas de cualquier migrante hacia el país de donde llegaron, que generalmente es México.

Entendemos que toda nación tiene el derecho de proteger sus fronteras y hacer que se cumplan sus leyes migratorias, pero de la misma manera creemos que las autoridades guatemaltecas tienen que tener una postura mucho más firme para defender a nuestros compatriotas y, por lo menos, montar dispositivos de información que les permitan saber cómo reaccionar o actuar en el caso de que sean detenidos y los quieran deportar inmediatamente, sin llevarlos siquiera ante un juez de asuntos de migración que vea caso por caso.

Para más consultores independientes, como el colega Fernando Castro, por ejemplo, están casi hora a hora enviando información útil para los migrantes que medios como el nuestro publican en sus ediciones electrónicas para informar a los guatemaltecos que se encuentran viviendo momentos de verdadero pánico por la retórica de odio y racismo que prevalece en Estados Unidos. En cambio nuestro Canciller y el Presidente se dieron por satisfechos con lo que dijo Kelly, sin enterarse siquiera que a la misma hora Trump y su vocero en la Casa Blanca reafirmaban que su política migratoria se basa en la deportación de todo aquel que esté ilegalmente en los Estados Unidos, lo que afecta a por lo menos 11 millones de personas, entre ellos muchísimos guatemaltecos.

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