Alfonso Mata
La evolución ejecutiva de los hospitales y centros de salud ha sido más producto de confusión que de fusión. La historia del accionar del sistema de salud en nuestro país, es testigo de que las opiniones se inclinan por una medicina clínica, sin que esa elección se haya realizado basada en criterios científicos y técnicos más sólidos. Por lo tanto, debe abrirse el debate al respecto. La participación de todas las escuelas de pensamiento, de opinión, es fundamental dada la importancia del tema.
Siempre se ha sostenido que las condiciones de ejercicio y habilidades de ambos campos son complementarios e interdependientes. Esto no los hace idénticos ni los dirige hacia los mismos fines. La gestión de los centros de salud, basada en una medicina preventiva promocional y predictiva, difiere mucho en lo profesional y lo social de quienes ejercen en el diagnóstico y el manejo de la enfermedad y, aunque esto lo entienden todos, no le dan igual valor y aprecio. Esto ha permitido que se incline la balanza hacia la medicina curativa. Hoy en día, los directores de los hospitales no gestionan como «gestores de salud» sino bajo el aspecto curativo. La elección de posición de ellos, cae bajo una gestión capaz de conducir profesionales con criterios, competencia y experiencia en función de la enfermedad. Su Labor se centra en puntos de atención, con alta densidad de actividad clínica y usando avanzada tecnología.
Por su lado, los centros de atención de la salud comunitaria tienen características distintas. Centran su actividad en el lugar de vida del paciente o potencial paciente, con fuerte dimensión social y médico-social. Los dos mundos tienen muchas interconexiones, pero en la actualidad no están cooperando en interés de la gente. Entonces ambos se las arreglan en muy diferentes realidades: las especialidades clínicas son ejercidas movilizando equipos médicos y de enfermería en la dirección de situaciones biomédicas, consumiendo grandes cantidades presupuestarias, lo que demanda de palancas de dirección muy distintas de las que necesitan los que se enfocan al riesgo, prevención y predicción para la salud con limitaciones técnicas y legales que afectan sus relaciones con las comunidades, idiosincrasia y cultura de las familias locales así como el entorno social y ambiental; todas dimensiones que requieren enfoques específicos y un conocimiento detallado de la zona de ejercicio del salubrista, cosa en que muy pocos han sido preparados bien.
Marcar estas diferencias no implica ningún «juicio de valor» a favor de uno u otro sistema. Destaca que existe una necesidad nacional de atender la salud en diferentes contextos, cada uno de los cuales requiere construcción basada en experiencia y maduración. Por supuesto que hay áreas de superposición en ambos mundos. El actual cause de la política mundial de salud, se está moviendo hacia la medicina social, a la que hay que fortalecer para que colabore y coopere estrechamente con alcanzar la salud y el bienestar, pero esto no cambia el hallazgo de que eso aún no se logra en nuestro mundo.
En un período de reforma profunda, este debate merece serenidad, conocimiento y direccionalidad, basada más en epidemiología que en política; más en equidad que en prerrogativas. Los médicos de los centros de salud, los médicos salubristas y su personal, siempre han luchado contra la oposición artificial de superioridad mostrada por los profesionales y el personal hospitalario, que nunca han reconocido las pesadas responsabilidades a que se somete el personal fuera de las paredes hospitalarias y contra los ataques injustos que se les hace, por un mal sistema de salud primaria carente de recursos y obligado a trabajar con limitaciones. Eso ha imposibilitado en parte el montaje de un sistema de cooperación entre ambos, Por supuesto que hay áreas de trabajo en común en ambos mundos que tiene que complementarse. Por lo tanto, necesitamos una asistencia sanitaria en la salud y curación, sin promover la desregulación, respetando las especificidades de una y otra. La verdadera cuestión no es legal, lo que hay que conseguir, es el reconocimiento de las responsabilidades de ambos, de lo contrario, los problemas de salud seguirán creciendo. Una reevaluación del sistema de asistencia médica y del médico-social es esencial para evitar las desigualdades y el reto es vencer las enfermedades, a través de la integración. La existencia de campos autónomos y competitivos no ayuda.