Madrid
AGENCIA/dpa

La figura de Miguel de Unamuno sumó hoy una nueva faceta con la publicación de unos apuntes de viaje hasta ahora inéditos que escribió en su juventud y que pueden considerarse la primera obra cerrada de uno de los escritores más influyentes en la historia de la literatura española.

«Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza» (Editorial Oportet) recoge las observaciones tomadas por un joven e irreverente Unamuno de 25 años durante un viaje que realizó en 1889 por ciudades como Barcelona, Roma, Florencia, Lucerna y la imponente París de la Exposición Universal.

«Se puede considerar una auténtica obra. Hasta entonces había escrito artículos sueltos y breves, pero estos cuadernos tienen una coherencia interna por sí mismos. Es un libro entero», explicó hoy Pollux Hernúñez, filólogo experto en Unamuno y responsable de la edición, durante la presentación del libro en el Ateneo de Madrid.

Con el ímpetu de su juventud y la sensibilidad de un autor ya experimentado, Unamuno (1864-1936) apuntó sus impresiones sobre algunos puntos centrales de la cultura europea -incluyendo la recién inaugurada Torre Eiffel- en unos cuadernos que permanecían hasta ahora en propiedad de un coleccionista privado.

Aprovechando el fin de los derechos de autor de Unamuno y otros grandes de principios del siglo XX como Federico García Lorca o Ramón María del Valle-Inclán debido a la llegada de 2017 y el cumplimiento de 80 años tras su muerte, el coleccionista cedió el material a Hernúñez.

«Vemos un autor contradictorio, visceral, muy emotivo, sabio en el sentido de que observa, asimila y razona. Y luego es capaz de escribirlo», definió el experto sobre el joven autor. Las opiniones recogidas por Unamuno durante el viaje de 49 días que realizó acompañado por su tío dan la razón a Hernúñez.

«Una gran feria, con sus barracas, sus volatines, sus orquestas, sus tenderetes», escribe con escepticismo sobre la Exposición Universal, que atrajo a 32 millones de visitantes para conocer maravillas traídas de todo el mundo. Una de ellas, la entonces nueva Torre Eiffel, sí impresionó al autor. «Dios dispersó a los hombres en la torre de Babel y en la torre de Babel vuelven a reunirse».

Las 300 páginas de la edición, que contiene fotos de páginas originales y varios apéndices, retratan un Unamuno diferente y reconocible a la vez en sus opiniones desenfadadas sobre el Coliseo romano, «una ruina que habla», la «indigestión de cuadros» que implica visitar el Louvre o la «raza hermosísima» de las catalanas.

“Se puede considerar una auténtica obra. Hasta entonces había escrito artículos sueltos y breves, pero estos cuadernos tienen una coherencia interna por sí mismos. Es un libro entero”.
Pollux Hernúñez, filólogo experto en Unamuno.

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