Juan de Dios Rojas

De consiguiente, debe encabezar cualquier intento, el hecho fundamental e insoslayable de que tenga luz verde la adaptación conveniente y necesaria. Eso garantizará el éxito buscado como aguja en un pajar, tras ambicionados logros, que dan a la postre un resultado acorde con el espíritu, fruto de ideales sustentados a tiempo de poner en marcha el cambio aquí aludido.

Si así apunta y camina sobre rieles, satisfarán a las políticas del gobierno central, ministerio del ramo y por supuesto sectores involucrados en esa tarea meritoria, como Magisterio y el numeroso sector de padres de familia, genuinos soportes y a la vez deseosos que sus vástagos reciban completa formación, a modo de guía en el correr de los años subsiguientes.

Viene lo anterior, a propósito de que recién fueron tomadas esas vacaciones, a propósito de reanudar con nuevos bríos y entusiasmo invariable el complemento del ciclo escolar. Respecto al sector oficial, los paros y protestas magisteriales restaron tiempo, que repito es oro, al principio del año que avanza a ritmo veloz, congruente con tantos factores imbuidos.

En tiempos y épocas idos, algunos colegios en nuestro medio, ciudad capital y uno que otro colegio fundado por entidades extranjeras, desde el inicio les fueron autorizados sus planes específicos, los cuales contenían por lo consiguiente, las vacaciones semestrales, mejor dicho de medio año. Empero, a ese ritmo señalado dio principio a gestiones para generalizarlo totalmente.

Durante los gobiernos democráticos de Arévalo y Árbenz, si bien es cierto las mentadas vacaciones de medio año no tuvieron eco. Excepto, los estadounidenses cooperaron en diferentes formas, entre ellas por ejemplo apoyaron a la Escuela Normal Rural La Alameda, Chimaltenango, con el Worshop, procedimiento que dejó buen cimiento y mejores luces en el país.

Enseguida fue dado gran impulso a una dependencia educativa, la Dirección de Desarrollo Rural, por medio de los núcleos escolares campesinos, cuya raíz venía a hacer su filosofía educativa consistente en “Enseñar haciendo”, o bien, «Aprender haciendo». El hecho educativo daba especial interés a la participación real de los alumnos emprendedores y complacidos.

El factor tiempo, si es bien aprovechado conforme lo determina el reglamento de Educación, sin pérdidas recurrentes, tendrá éxito. Pero todos los sectores involucrados, es necesario e indispensable que cumplan al ciento por ciento sus tareas, basándonos en el refrán: “una sola golondrina no hace verano”. A unir fuerzas conviene, la tarea lo exige a voz en cuello.

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