Juan Antonio Mazariegos G.
Las recientes noticias sobre las órdenes ejecutivas emitidas esta semana por Donald Trump, por medio de las cuales destinó fondos federales para la construcción del muro antimigrantes que ofreció en su campaña, han puesto en el ojo del huracán a Trump, a su país y a las mismas autoridades de México y los países de Centroamérica que se enfrentan por una decisión que al final no es más que de EE. UU. y de quienes hoy deciden sobre los intereses de ese país.
El famoso muro en cuestión ya existe en muchas partes de la frontera entre México y EE. UU. desde 1994, su construcción inició durante el gobierno de Bill Clinton, gobierno que también lo planificó con el objeto de impedir la migración ilegal. Por supuesto, su ampliación complicará terriblemente el viaje de nuestros migrantes quienes abandonan su familia, su vida y su país, con el único propósito de buscarse un mejor futuro, el cual lamentablemente no pueden encontrar en esta tierra que es su hogar.
En función de la ausencia de ese futuro en Guatemala, de esas oportunidades que todo guatemalteco debería de poder obtener aquí, sin necesidad de arriesgar su vida en busca de un sueño en otras latitudes, estimo que el verdadero muro a derrumbar, en todo caso, no es el que termine de construir Trump en EE. UU. con ayuda de concreto, malla, ríos u otros accidentes geográficos.
El verdadero muro a derrumbar es el que se construye con la falta de oportunidades, la inseguridad y ausencia de condiciones de desarrollo para todos. Hablarlo por supuesto es mucho más fácil que hacerlo y las condiciones mínimas para enderezar el rumbo quedan eclipsadas por intereses o poderes que muchas veces ni siquiera terminamos de entender los guatemaltecos. En todo caso, construir riqueza en Guatemala y que esa riqueza llegue a todos, pasa por ciertos caminos que no pueden eludirse, dotar de seguridad y certeza jurídica al país, apoyar la inversión, contribuir solidariamente con las obligaciones fiscales que todos tenemos, incrementar la inversión en infraestructura y en las necesidades básicas de educación, salud y vivienda, acompañados de un manejo honesto de las cuentas públicas, son las únicas acciones que efectivamente podrán derribar el muro que realmente nos limita, aquel que no se levanta entre México y EE. UU. sino que se interpone entre millones de guatemaltecos y su oportunidad para encontrar en su propio país un futuro por el cual puedan esforzarse sin necesidad de ir a buscar un destino incierto a un lugar que simplemente no es su patria.