Jorge Santos

El nacimiento es una tradición guatemalteca muy arraigada entre la población cristiana y particularmente entre las y los católicos. Lo bello de esta tradición es que en muchas casas el nacimiento intenta reproducir, no solo aquel momento en la historia donde Jesús de Nazaret nace, sino también se entremezcla con la creación de un entorno muy similar a lo que ocurre en la actualidad; por lo tanto, así como tiene un pesebre simulando el lugar donde nació Jesús, también tiene montañas verdes, lagos o lagunas y ríos que son propios de nuestro ambiente y no precisamente de Medio Oriente. Así mismo muchos tienen una diversidad de actores de aquel momento, pero también del presente.

De esa cuenta imagine cómo sería crear un nacimiento que reproduzca no solo aquel momento histórico, sino que reflejara la actualidad en Guatemala. Habría que precisar que sería uno en donde la inequidad quede reflejada, no solo en tradicionales ranchitos, propios de estas obras, sino también habría en el centro unas réplicas de edificios altos y casas amplias y lujosas, eso sí pocas, porque la mayoría serían pequeñas, precarias y hacinadas. Sin lugar a dudas el Jesús guatemalteco, no nacería en una ciudad, sino lo haría en alguna de las empobrecidas aldeas de cualquier departamento del país, tal vez en el municipio de San Juan Ixcoy, o en la Zona Reina, o en alguno de los municipios del Área Ixil o en Camotán, Jocotán u Olopa, por lo tanto habría que recrear ese escenario en nuestro más pintoresco nacimiento.

Seguramente Jesús sería un niño hijo de retornados, por la expulsión que produjo un ejército asesino, que al mejor símil de Herodes, el dictador de la época, les hubiera desterrado o masacrado. Este destierro y masacres permanentes serían producto de la defensa de largas extensiones de tierra que estarían representadas en el nacimiento, por valles llenos de plantaciones de caña de azúcar, palma africana y banano o por algunas zonas que de ser verdes montañas, se van convirtiendo en un puñado de roca y polvo, producto de la extracción y el saqueo de minerales. También ese niño Jesús podría ser hijo de migrantes, que producto de la pobreza, la injusticia y la violencia, les expulsa y les orilla a buscar otras oportunidades lejos de casa.

Seguramente, mientras este niño nace, las élites de ese nacimiento siguen saqueando, evadiendo al fisco, corrompiendo y lavando dinero, algún ministro recibiendo coimas millonarias de empresas extranjeras, familiares del Presidente emitiendo facturas para simular adquisiciones en alguna institución pública, entre otras fechorías de un sistema caduco y pervertido.

La representación de los tres reyes magos sería la de las comunidades en resistencia, acompañadas de sus autoridades ancestrales, de la juventud organizada, de hombres y mujeres honestas, de defensoras y defensores de derechos humanos que traen buenas nuevas a esta sociedad, necesitada de transformación profunda, vendrían cargados de lucha contra el racismo, de justicia social, de equidad, de honestidad y de una profunda democracia.

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