Barcelona
DPA
Sin títulos individuales que exhibir y señalado como el «capo de una estructura criminal» por la fiscalía española, Lionel Messi cerrará en los próximos días un 2016 marcado por sus problemas tributarios, las repetidas decepciones con su selección y las escasas alegrías que cosechó con el Barcelona.
Aunque concluyó el año con una exhibición ayer ante el Espanyol en la Liga española, siendo el futbolista que más goles marcó (59 tantos con el club catalán y Argentina) y su lista de títulos sume una nueva Liga y otra Copa del Rey, el astro argentino pone el broche a 2016 con un regusto más amargo que dulce.
Y no precisamente porque su archirrival Cristiano Ronaldo conquistara un nuevo Balón de Oro y se situara a tan sólo uno de igualar los cinco que el astro argentino ya luce en sus vitrinas.
Tener que comparecer en los juzgados españoles acusado de haber evadido 4.1 millones de euros (unos 4.5 millones de dólares) entre 2007 y 2009 y haber sido tachado de «capo de una estructura criminal» por esa circunstancia supuso un tremendo golpe anímico para la estrella argentina, justo antes de disputar la Copa América Centenario con su selección.
Tras meses de llenar portadas y abrir noticieros por su entonces supuesto fraude, el astro del Barcelona había llegado a los juzgados con un posado serio y una barba pelirroja que endurecía sus rasgos.
Pero después de escuchar durante más de tres horas como el abogado del Estado español igualaba su entramado empresarial al de la mafia, Messi proclamó su inocencia de manera infantil, confiándolo todo a sus letrados y a su progenitor.
Pendiente de la sentencia, el 10 argentino viajó a Estados Unidos con la esperanza y la ilusión de compensar con su selección sus cuitas judiciales y tributarias.
Un año después de haber perdido ante el vecino Chile la Copa América 2015 y dos después de caer en la final del Mundial de Brasil, la edición Centenario del torneo continental le ofrecía la posibilidad de redimirse de ésa y otras penas. Tampoco eso funcionó.
Con su incuestionable talento y sus goles, Messi condujo a Argentina a una nueva final, después de superar a Gabriel Batistuta como máximo anotador histórico de la «albiceleste».
Pero enfrentados una vez más a Chile en la definición, los entonces dirigidos por Gerardo Martino se estrellaron de nuevo. En los penales y con Messi al frente.
Como ya había hecho con el Barcelona en alguna ocasión, el cinco veces Balón de Oro pateó su lanzamiento -el primero- a las nubes. Y minutos después, en caliente y hundido, renunció.
Argentina se conmocionó. Y después de apuntarlo con el dedo tras cada fracaso, hasta organizó manifestaciones para suplicarle que reconsiderase su decisión.
Messi se hizo de rogar durante un par de partidos, abandonó a los suyos a su suerte y, en agosto, recapacitó.
Ahora, a punto de cerrar el año y ya de vacaciones, Messi proyecta un 2017 mejor. Lo abrirá casándose con Antonella, la madre de sus hijos, y espera cerrarlo con nuevos títulos y, probablemente, su enésima renovación.