Por Carlos Soto Pineda

Hace exactamente 50 años y 9 meses, del 2 al 5 de marzo de 1,966 inició -al menos documentalmente- la estrategia del Estado guatemalteco de secuestros, desapariciones forzadas, torturas y asesinatos de líderes sociales y opositores políticos, principalmente aquellas personas “sospechosas” de ser comunistas; con el caso denominado “los 28 desaparecidos” constituyendo el primero de desaparición forzada colectiva sucedido en América Latina.


Las fotografías de Nelton Rivera/Prensa Comunitaria

Jorge Rafael Videla dijo en Argentina: “Le diré que frente al desaparecido en tanto esté como tal, es una incógnita, mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo…”

Un ex pariente político de uno de los desaparecidos, que actualmente cobró notoriedad por un desafortunado comentario racista en una radio local, escribió: “y desde entonces desaparecer en Guatemala es no existir”. Vaya dilema ontológico, San Anselmo de Canterbury diría que si somos capaces de concebir la idea de la existencia del ser amado desaparecido, es porque en efecto, existe. Para las familias de los desaparecidos, el hijo, hermano o tío existe, aunque no físicamente sí por sus legados, convicciones y valentía al ser personas que actuaron según sus ideales.

Listado de víctimas: David Aguilar Mora; José de Jesús Alonzo Solís; Dionisio Álvarez; Emma Judith Amézquita; Fernando Arce Behrens; Carlos Edmundo Barrillas; Ricardo Berganza Bocaletti; Eunice Campirán de Aguilar Mora; Leonardo Castillo Flores; Juan de Dios Castillo; Yolanda Carvajal Mercado; Enrique Chacón; Juan Estrada Alvarado; Melvin Galeano Polanco; Carlos Enrique Galindo; Leonardo García Benavente; Francisco Amado Granados; Víctor Manuel Gutiérrez Harbin; Francisco Macías Mayora; Agustín Martínez; José León Meda; Julián Meza; Emilio Márquez Coroy; Marco Tulio Molina Licona, Tránsito Monterroso Pérez; Víctor Manuel Palacios Maldonado; José Humberto Pineda Aldana, Antonio Poc Alvarado; Cesar Augusto Salguero Gómez; Balbino Sosa; Roberto Augusto Valle de la Peña; Emilio Vásquez; Iris Yon Cerna.

Mujeres y hombres de “una sola ideología y de una sola moral”.

¿Y los niños?

La Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala informó que se contabilizaron 5 mil niños desaparecidos durante los 36 años del llamado conflicto armado interno, el mayor número en el período de los años 1971 a 1986.

Un caso paradigmático es el de Marco Antonio Molina Theissen, un niño desaparecido por el ejército de Guatemala, secuestrado al mediodía del martes 6 de Octubre de 1981 y quien a los dos meses, el 30 de Noviembre cumpliría 15 años.

En este país donde “el corcho se hunde y el plomo flota”, el viernes 9 de Diciembre en el Conservatorio Nacional de Música “Germán Alcántara”, con el Canto para Marco Antonio Molina Theissen y la niñez interrumpida se logró el sueño de que familias de los pequeños o adultos ausentes, nos diéramos “un abrazo de consuelo abrigador, sobreponiéndonos a la indiferencia, la persecución y el olvido”.

El concierto inició con las palabras de agradecimiento de la Profesora Enma Theissen Álvarez de Molina (madre de Marco Antonio): “Mi corazón está comprometido con ustedes… por continuar la lucha… porque estas barbaridades no vuelvan a pasar en Guatemala.”

Luego la interpretación de poemas musicalizados de escritores también desaparecidos.

Se trató de una reunión de genialidades musicales integrada por Fernando López como interprete, el maestro Carlos Duarte, director musical y teclados, Gabriela Corleto, flauta transversa, en percusiones Mynor García, en guitarra Germán Giordano, en oboe Fielding Roldan, el trombón de Melvin García, la trompeta de Orestes de Cuba, Hendel Rivas en el bajo eléctrico, Leonel Franco en el “corazón del ritmo”, la cantante Sara Curruchich, el grupo “Canto General” , y el debut del Coro Infantil “Marco Antonio Molina Thiessen con Gad Echeverría como director invitado, quienes hicieron aflorar sentimientos acumulados, lágrimas, sonrisas, un desborde de alegría que el ejército asesino no pudo acallar… que devolvió la sonrisa a la Familia Molina Theissen de lo que fui testigo al verlas disfrutar y cantar la canción de cuna “ Duerme Negrito”.

Además participaron Negma Coy con una invocación en k’aqchikel, con lecturas, Carolina Escobar Sarti, Vania Vargas, Javier Payeras, Sabino Esteban y Alejandro Marré.

A pesar de la zozobra, el recelo y la rabia acumulada, no se usó la violencia ni la ira para conmemorar a las víctimas, se valió de “las bellas armas de la solidaridad: el canto, la poesía y la magia de los artistas que unieron su voz en un concierto que prodigó un mensaje de amor.

Comunicado
Nada
podrá
contra esta avalancha
del amor

Contra este rearme del hombre
en sus más nobles estructuras.
Nada
podrá
contra la fe del pueblo
en la sola potencia de sus manos.
Nada
podrá
contra la vida.

Y nada
podrá
contra la vida,
porque nada
pudo
jamás
contra la vida.
Otto René Castillo

A pesar de la zozobra, el recelo y la rabia acumulada, no se usó la violencia ni la ira para conmemorar a las víctimas, se valió de las bellas armas de la solidaridad: el canto, la poesía…

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