Lucrecia de Palomo

Para poder entender un poco lo que sucede en el mundo y por supuesto en Guatemala, es necesario atomizar situaciones para hacer un análisis. Esto me lleva a que, a través de un estudio de casos de estudiantes se pueda hacer un panorama bastante ilustrativo, y tener luces del porqué del trastorno o déficit social que se vive.

La adolescente María llega a un establecimiento educativo en diciembre del 2013 para hacer examen de admisión para el III curso nivel medio. La madre aduce la necesidad de cambio, ya que la estudiante tiene déficit de atención en matemáticas (informe profesional que nunca presentó) y haber perdido la materia al finalizar el ciclo. Menciona que en el colegio anterior no le ponían la atención necesaria. El resultado de la evaluación psicopedagógica de admisión mostró que “siguió las instrucciones, cooperó y su CI es término medio”; “emocionalmente manifiesta dependencia, muestra relación hacia la madre con autoridad, tiene baja autoestima, es insegura, le falta afecto, enojo, angustia, agresiva, retraída, inmadura, sobreprotegida, es el centro de atención, tiene frustración, autoexigente, desmotivada, infantil”.

El perfil de la señorita da indicadores conductuales que revelan necesidades emocionales que no son cubiertas y que requieren de intervención psicológica. Excusar y responsabilizando a otros de la falta de cumplimiento se ha vuelto costumbre. Se le dan a conocer a la madre los resultados que por supuesto no acepta. Toma la decisión de buscar otra alternativa en la educación de su hija; se marcha a otro colegio donde cursa un ciclo escolar 2014.

Por razones aún no esclarecidas, regresa al establecimiento primero a continuar con el diversificado en el ciclo 2015. Desde el inicio del ciclo muestra capacidad en comprender las materias tanto científicas como humanistas, pero poca constancia en sus tareas y trabajos. A pesar de informarle a la madre y tener múltiples reuniones durante los dos ciclos de diversificado para mejorar las conductas y prestarle ayuda especial no hay cambios sustanciales. La falta de responsabilidad y la certeza en la estudiante que el aprender no es problema suyo sino de los adultos a su alrededor, así como su convencimiento que sus complicaciones las solucionan otros.

Los resultados de las evaluaciones finales no fueron sorpresa, la estudiante no aprobó el nivel de conocimiento necesario para poder irse a sus prácticas en el mes de septiembre. De nuevo, como siempre, la madre empezó a excusarla y a exigir se le dieran privilegios por su trastorno. Dos evaluaciones diferentes se le hicieron y aun así no lo alcanzó; entonces se fue a quejar ante las autoridades del Mineduc, diciendo que su hija no había sido tratada como su déficit de atención lo necesitaba. Esta autoridad, sin pedir antecedentes al establecimiento, dictaminó que el colegio no había cumplido, y por ende debía volver a evaluar a la señorita en enero, para darle más tiempo de estudio. Eso no era lo que quería la madre, ella buscaba exonerar a la hija del proceso de evaluación. Inconforme se dirigió a la Procuraduría de los Derechos Humanos invocando que su hija había sido privada de una adecuación curricular y no se le habían prestado las condiciones necesarias y que ahora sufría de problemas emocionales y físicos por las decisiones que en su contra se estaban tomando. Sin pérdida de tiempo, se presentó un oficial a recabar información y a pedir que se le exonerara, lo cual fue negado. Ahora se espera la decisión.

Pintar el caso es ver cómo nuestros jóvenes están siendo formados, bajo la premisa que las responsabilidades no es de ellos, que siempre hay alguien que puede sacarlos del problema, utilizando el lema de “pobrecitos” tienen problemas, hay que permitirles quebrantar las normas. Lo mismo está viviendo la sociedad con sus ciudadanos cuyos “superiores” (padres, organizaciones de DD. HH. Embajadas e instituciones encargadas de dictaminar justicia) les han mostrado que las leyes están para ser alteradas si ellos pertenecen a minorías; que para lograr lo necesario tan solo se debe “negociar” a través de mentiras y manipuleos. Buen país se está construyendo con este tipo de intervenciones proteccionistas.

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