Luis Fernández Molina
Como toda actividad humana los recientes sufragios estadounidenses nos han dejado varias lecciones, entre ellas:
Encuestas y sondeos. Es claro que volvieron a fallar los magos de la estadística social, como sucedió en el Brexit y en los acuerdos de paz de Colombia. Cada vez menos confiables. La población no es veraz al expresar su supuesta preferencia; acaso por temor (represalias o burlas), por interés de confundir, o simplemente “por chingar la pita”. Sumado a ello las reacciones de la colectividad –que en este caso nadie acertó anticipar–, provocan resultados que escapan a las previsiones de los encuestadores. A ese rechazo se adiciona el mal uso que se hace, como aquí, de los supuestos sondeos (para “inflar” a determinado candidato para crear un efecto de ola positiva o a la inversa).
Desgaste político. La vieja política está llegando a una fase de obsolescencia en todas partes. El pueblo estadounidense votó en rechazo a esas camarillas del Distrito de Columbia. Las mismas caras, los mismos procedimientos, las mismas ofertas de cambio: “ ¡Change!”. Castigo a Obama que mucho ofreció y no pudo cumplir, especialmente a la población afroamericana y a los latinos (¿Deportaciones?). Trump se presentó como un “antipolítico” y en mucho ello le ayudó a pesar de su tozudez fue el ganador. ¿Un empresario? Sí, como Reagan era un actor.
Las estrategias. Quedaron demostradas las limitaciones de los otros magos, “los estrategas”. Siempre tienen cabida, claro está, pero poco pueden frente al impacto decisivo de un candidato.
Los latinos. Mucho repetían las cadenas hispanas que el voto latino iba a decidir la elección. Bien para acrecentarnos el ego colectivo más no es cierto. Población latina registrada –y votante– es del orden del 15% de la totalidad. Es bueno establecer que existen muchas diferencias entre latinos, pero para estos efectos me refiero a la diferencia entre latinos gringos y latinos recientes. Los primeros estaban desde la ocupación mexicana, antes de El Álamo. En las chapas (badges) de policías del sur de Texas o de California se lee “Gutiérrez”, “Gómez”, “Salazar”, etc. son pues puros gringos –salvo el “look”–. Sus intereses son diferentes.
El muro. No creo en el cacareado muro. Y es que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”. Trump está ahora detrás del mostrador revisando el consumo de los parroquianos. Los controles físicos en la frontera sur van a ser más bien tecnológicos que esa extravagante pared, por razón de los túneles, los drones, costo, el río, etc.
Empleos. Trump no va a “devolver” los puestos de trabajo a los estadounidenses por la sencilla razón de que estos no los quieren, no apetecen realizar esas faenas y mucho menos por los salarios que los empresarios gringos ofrecen. ¿Cortar tomates? ¿Fregar baños? ¡Not me!
Los medios. Se espera objetividad de los medios. Sin embargo, ello no es posible por el componente humano y la tendencia de “orientar” a la población. Siempre se decantan por alguna corriente y se conoce la “línea” del Post, del Times, de CBS, de Fox o de CNN. Con todo creo que algunos medios exageraron en sus preferencias y sacrificaron algunos principios éticos del periodismo.
La Corte Suprema. Los presidentes, como los senadores y representantes vienen y van cada cuatro años. Lo que sí es trascendente es el rumbo jurídico ideológico que inspira a una nación. Ello está en manos de la Corte Suprema. Al día de hoy está “empatada” entre conservadores (republicanos) y liberales (demócratas). Falta escoger al noveno magistrado cuya silla dejó vacía Scalia; los republicanos ahora tienen ventaja para decantar 5 a 4 en su favor.