Marco Tulio Trejo Paiz
Hago un paréntesis, por así decirlo, en lo que hace a otro tema para centrarme en uno que me parece de suma importancia, o sea el referente al camino recto, limpio, que deben seguir los jóvenes, niños y aún viejos de este problemático mundo, en vez de transitar en veredas peligrosas.
El tema es el que me ha brindado, en síntesis, una preciosa revista de contenido católico a propósito del «Fuego del Amor Divino» que circula en los países de la redondez de la Tierra.
En este trozo del suelo centroamericano, sobre todo, debemos recibir como un valioso tesoro literario-ilustrativo la citada publicación que mensual o bimensualmente es distribuida por los Heraldos del Evangelio que, constantemente, realizan meritoria labor social entre los millones de víctimas de la indigencia y de las diversas enfermedades que despiadadamente azotan a infortunados terrícolas.
La humanitaria labor de los Heraldos viene siendo como la que protagonizan otras entidades religiosas y sociales preocupadas del bienestar social en el dilatado campo internacional, pero sin permanente interés, al contrario de los Heraldos del Evangelio.
Entre la población infantil y juvenil, en particular, se imparten consejos de normal comportamiento en los hogares de sus padres, en las aulas de los planteles oficiales y privados de los niveles primarios, secundarios y superiores de las universidades; también de los hijos estancados en los tremedales de la pobreza.
El tema es como para emborronar infinidad de cuartillas y aprovecharlas para lanzarlas al vuelo escribiéndolas en serie en los medios de comunicación escritos, especialmente.
Desde los hogares, de los centros de enseñanza de las diferentes jerarquías y de parte de personas adultas, de gran experiencia en los avatares de la vida, debe procurarse disuadir, mediante, el sano consejo, a la juventud y a la niñez para que no consuman bebidas embriagantes, ni adquirir el vicio del tabaquismo y, mucho menos, envenenarse hasta el alma con las drogas que producen males letales tarde o temprano o más temprano que tarde…
Juan Pueblo afirma que él no bebe ni chicha ni limonada; se siente requete bien, bien, ¡pué!!!…