Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Para nadie es un secreto que el Presidente no tenía pensado ganar esta elección y que todo lo que ocurrió el año pasado derivó en que los votantes se decantaran por la cara menos conocida pensando que eso era sinónimo de ser diferente.

Tampoco es un secreto que a Jimmy Morales y Jafeth Cabrera se les dificultó mucho armar su equipo de gobierno porque al principio nadie les aceptaba y luego fueron armando el Gabinete con la gente que se fue animando a la aventura de navegar en un crucero cuyo capitán era alguien que solo había manejado lancha en agua dulce.

Ningún Presidente de la era democrática ha tenido un plan serio puesto que los gobiernos de corte empresarial han llegado con gente que lo que llevaba eran negocios en la mente y en base a eso es que ejecutan todo, algo así como lo que ocurre con Arzú y los pasos a desnivel, es decir, estos son consecuencia de lo que los desarrolladores desean hacer y no de lo que planea Tu Muni.

Pero Morales y su gente están dando palos de ciego como nunca antes en la historia. Se decía que Julio Héctor Estrada, su Ministro de Finanzas era de las mentes más preparadas y su actitud en el caso de TCQ (fue de los más férreos operadores en favor del «arreglo») y su propuesta de aumento de tasas tributarias dejan en evidencia que el curso no necesariamente es la transparencia, que la improvisación es grande, que la calidad del gasto no está en el radar y que las reformas son algo que ni se piensa.

Jimmy Morales tiene muchos problemas, pero el principal fue descrito por César García el día domingo cuando comentó cómo fue un breve encuentro que tuvo con el mandatario:

«Me oyó como oír llover… puesto que Jimmy -parece- tiene todas las respuestas y no necesita que nadie le diga nada; también me dio la impresión de que es la figura del continuismo criollo y privilegiará el statu quo, antes de despeinarse… me parece -en el estricto sentido de la palabra y sin ánimos peyorativos- pusilánime, con ínfulas -que no le acomodan- de estadista…».

García tiene la boca llena de razón puesto que las dos veces que he podido platicar con el Presidente he notado justamente eso, es decir, que tiene todas las respuestas, que no necesita nada y que su concepto de reforma es muy limitado.

No dudo que ser Presidente y más de un país como el nuestro es un chance jodido, pero es una irresponsabilidad aplicar para ser astronauta cuando padezco de claustrofobia y creo que eso es un poco de lo que le pasa a un Morales que ya fue cooptado y ve en quienes le hablan con la verdad, a sus peores enemigos.

Más vale tarde que nunca dice el dicho y por ello es que haber retirado la reforma de aumento de tasas fue mejor que seguir insistiendo, pero eso no quiere decir que no la hayan «volado» al querer decir que ya hay moral tributaria y que están siendo transparentes. Alguien debería pagar los platos rotos porque esta acción de la reforma fue el acto de confirmación de que este es un gobierno de improvisados que no entienden los tiempos que vivimos.

Este es el precio a pagar porque no hemos tenido la entereza de agarrar el toro por los cuernos y sacudir el sistema con el afán de cambiarlo desde sus raíces para dar paso a nuevas matrices en todos los aspectos del país. Este es el precio de ser votantes más no ciudadanos.

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