Por Eynard Menéndez
Casiliteral.com
Hay pequeños amores y hay grandes amores. Hay amores malditamente lejanos y amores gloriosamente cercanos. Hay amores arrejuntados, amores desvencijados, amores casi descuartizados, amores amelcochados, amores ácidos, amores amargos, amores como destronados, amores salpicados de más amor o de sal o de fuego ardiente. Hay amores enamorados, amores carnales, amores sensuales, amores sexuales, amores divorciados, amores columpiados en su mismo amor, amores casados, amores solteros, amores cansados, amores vitales, amores masoquistas y el otro nivel en que son sadomasoquistas. Hay amores recortados mes a mes —como buen salario—, amores planificados, amores espontáneos, amores virtuales, amores apechugados, amores bien prohibidos, amores bien permitidos, amores libres y amores libertarios. Hay amores de sol, amores de agua, amores de viento, amores de aire, amores de luna, amores galácticos, amores de ensueño, amores en silencio. Hay amores literarios, amores pictóricos, amores filosóficos, amores lógicos, amores abstractos, amores contemporáneos, amores realistas, amores románticos, amores neoliberales, amores comunistas, amores platónicos. Hay amores drogados, amores fugaces, amores de verano, amores primaverales o amores de invierno y amores de otoño. Hay amores delincuenciales, amores legales, amores poéticos, amores sin ton ni son, amores venenosos y amores muy inofensivos, amores inadvertidos. Hasta hay amores como armónicos y hay amores desequilibrados, como desquiciados y, claro, amores suicidas, nunca faltan. Hay amores infinitos y amores muy finitos, amores eternos y amores efímeros, amores cínicos, amores esporádicos. Hay amores futboleros, basquetboleros, beisboleros, de lucha libre y así, digamos, mejor, amores deportistas. Hay amores de encuentros furtivos, amores viajeros, amores muy nómadas y amores sedentarios. Hay amores vagabundos, errantes y hay amores invariables, inmóviles, estáticos y, por qué no, amores como quedados. Hay amores corruptos que se convierten en amores infieles en contra de su voluntad, así hay amores licantrópicos, amores cleptómanos, amores de impulsos inciertos, amores neuróticos, amores hipocondriacos, amores estresados, amores sicosomáticos, amores esquizofrénicos, amores paranoicos y amores depresivos. Hay amores narcisistas, amores egocéntricos, amores sinsentido, amores demenciales, amores mitológicos. Hay amores divinos y amores mortales, amores celestiales y amores del mismísimo infierno, amores de tu ki multiplicado y de tu cosmos requetepotenciado. Hay amores luchadores, amores violentos y amores pacíficos, amores saiyajin, amores cuerdos y amores de locura así como amores de dios y amores del diablo, amores del mal y amores del bien, amores de la luz y amores de la sombra. Hay amores terrenales y amores celestiales, amores bonitos y amores feos. Hay amores invictos y amores perdedores, de esos que salen por la puerta de atrás. Hay amores industrializados y amores artesanales, de esos que se moldean a mano poco a poco, muy lentamente. Hay amores infantiles, amores maduros, amores de fantasía, amores de manita sudada, amores sinónimos, amores antónimos y hasta amores heterónimos, amores con permiso y amores sin permiso, amores atrevidos, amores fugaces, amores desplazados, amores lastimados, amores adoloridos. Hay amores lectores, amores nebulosos, amores noctámbulos, amores nefelibatos, amores de celibato, amores viejos, amores veteranos y amores jóvenes. Hay amores taciturnos, amores como deprimidos y amores muy alegres, amores radiantes, amores contentos, amores divertidos, amores satisfechos y amores insatisfechos. Hay amores domables y amores salvajes, amores de este mundo y amores de otro planeta, amores extraterrestres, amores viciosos, amores castos, amores decentes y comedidos, amores pecadores. Hay amores lujuriosos, lascivos, licenciosos, cachondos, concupiscentes, voluptuosos y amores pornográficos. Hay amores de mar, amores de tierra, amores cantores, amores juglares, amores embrujados, amores ya quemados.
Amor, te digo esta palabra, mil veces repetida,
acaso sin pensarla, como una letanía…
Luis Eduardo Aute
Eynard Menéndez es de Antigua Guatemala y sus alrededores como la aldea Santa Ana o Jocotenango por ratos, etc. Nació en 1990 y durante estos arduos años de fin de siglo y principios de otro se ha inmiscuido esporádicamente en el mundo literario. Ahora, misteriosamente y como un acto casi suicida se lanzó a iniciar el proyecto de una librería en la Antigua con el mismo centro cultural que posee su guitarra como donación.