Una comunidad que fue movilizada de sus tierras en medio de una mezcla de promesas y amenazas, tuvo que ceder sus viviendas y áreas de producción para el proyecto hidroeléctrico. Esas mismas personas son las que décadas después siguen pidiendo que se les haga la retribución a la que en su momento se les ofreció como pago por la cesión de sus propiedades.

Por supuesto que lo más fácil para los gobiernos de turno fue voltear a ver al otro lado para hacerse los papos ante las demandas que estas comunidades planteaban. Estamos totalmente convencidos que esa no hubiera sido la actitud de los gobernantes si se tratara de una situación similar con algún terrateniente de importancia dentro de la sociedad guatemalteca de los que en este caso manifiestan de manera descalificadora que los afectados por el caso Chixoy solo quieren ver cómo se la pasan “jodiendo”.

Guatemala ha tenido infinidad de experiencias en las que se ha querido hacer como que nada pasó. La mejor muestra es que hubo una firma de la paz que no fue más que un cese del fuego entre el ejército y la guerrilla, porque el desarrollo, la justicia y la prosperidad que debe traer la paz nunca llegó a las comunidades y menos al individuo por la simple razón de que no se hizo el verdadero esfuerzo de ceder en el terreno ideológico con tal de conseguir la reconciliación nacional.

Pero tampoco se trata de olvidar porque ya pasó. Si uno comete un accidente de tránsito, está bien pedir una disculpa, pero la persona tiene que reparar el daño provocado al tercero para considerar que se resolvió el problema. Lo mismo acá. No basta aceptar que se cometió un abuso, sino que se tiene que hacer un esfuerzo por enmendarlo.

Entendemos que las condiciones financieras del país están en crisis, pero también creemos que un esfuerzo por buscar otras oportunidades que complementen una indemnización económica, podría ser la opción para devolverle a las comunidades una propiedad que genere lo mismo que la que les fue expropiada. Lo más urgente es que nos detengamos en ese torpe entusiasmo de que vamos al desarrollo y recojamos un poco el desorden que se ha dejado en el pasado porque, como siempre, lo sufren los que no tienen.

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