Nosotros hemos dicho varias veces que Guatemala es un país impune porque el sistema de justicia ha sido secuestrado con la clara intención de proteger a los corruptos y de no tener la capacidad de perseguir e investigar ese permanente saqueo del que es objeto el erario público.
La impunidad es un estado absoluto: Somos un Estado con Justicia o somos uno impune y es por eso que al debilitar la capacidad de aplicar la ley en una materia, se hace lo mismo para todas las ramas de aplicación de la ley. Siendo ineficientes en la persecución por corrupción no podemos ser duros en combate a la violencia.
Pero lo que nos hace más débiles es que no parece haber nadie con el liderazgo y la autoridad moral para venir a poner sobre la mesa lo serio de la situación y a cada uno que se ha opuesto o denunciado la componenda para secuestrar el sistema de justicia, se le ha ignorado. Necesitamos cordura porque estamos empeñando cualquier posibilidad de construir nación para garantizar que exista un manto de protección para quienes tienen preocupación de que la ley pueda alcanzarles.
Acabamos de terminar con un proceso de Comisiones de Postulación que nos deja con la evidencia de que no podemos seguir utilizando un sistema que está totalmente manipulado y al servicio de los grupos de poder que han aprendido a utilizar la impunidad como herramienta.
Pero se nos vienen otros procesos como la elección de Contralor General de Cuentas de la Nación cuando tenemos al frente el ejemplo de la ineficiencia personificada en Nora Segura y tememos que, nuevamente, se escoja a quien venga a garantizar que el ente de fiscalización sea completamente inoperante.
Hace falta cordura para que entendamos que el país necesita decisiones distintas, de aquellas que vengan a rescatar el compromiso que sus autoridades tienen con los ciudadanos para que no sigamos viviendo en una sociedad que sigue caminando hacia más pobreza y violencia. El precio de ser tan corruptos es demasiado caro y deberíamos estar conscientes de la necesidad de actuar con cordura.
