El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, dijo que quiere una dura respuesta global luego de un ataque con un misil sobre una estación de tren abarrotada de civiles que trataban de escapar de una inminente ofensiva rusa que dejó al menos 52 muertos.
La voz de Zelenskyy se elevó con rabia durante su discurso nocturno el viernes, cuando dijo que el ataque a la estación de Kramatorsk, en el este de Ucrania, equivalía a otro crimen de guerra a considerar por un tribunal internacional. Entre los fallecidos había cinco niños, y docenas de personas más estaban heridas de gravedad, dijeron las autoridades ucranianas.
El mandatario afirmó que se hará un gran esfuerzo “para establecer cada minuto de quién hizo qué, quién dio qué órdenes, de dónde provino el misil, quién lo transportó, quién dio la orden y cómo se acordó este ataque”.
Rusia negó la responsabilidad por el ataque y acusó al ejército ucraniano de disparar el misil en una operación de falsa bandera para culpar a Moscú del asesinato de civiles. Un vocero del Ministerio de Defensa ruso explicó la trayectoria del misil y la posición de las tropas ucranianas para reforzar este argumento.
La empresa ferroviaria estatal ucraniana dijo en un comunicado que los residentes de la disputada región del Donbás, donde Rusia ha concentrado sus esfuerzos al no poder tomar la capital del país, Kiev, podrían abandonar la zona desde otras estaciones el sábado.
“Los trenes no cesan en la tarea de llevar a todo el mundo a un lugar seguro”, señaló en un comunicado a través de la app Telegram.
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Las imágenes tomadas después del ataque del viernes mostraron cadáveres cubiertos con lonas y los restos de un proyectil con las palabras “Para los niños» en ruso. La frase parecía sugerir que el misil se lanzó para vengar la pérdida o el sometimiento de los niños, aunque su significado exacto no estaba claro.
El ataque se produjo mientras trabajadores de otras zonas del país exhumaban al menos 67 cadáveres de una fosa común en Bucha, una localidad próxima a la capital donde las evidencias gráficas documentan la matanza de docenas de civiles tras la retirada de las fuerzas rusas. Moscú ha afirmado falsamente que las escenas de Bucha eran un montaje.
El alcalde, Anatoliy Fedoruk, dijo que los investigadores han encontrado al menos tres lugares donde numerosos civiles fueron asesinados a tiros y que continuaban hallando cadáveres en patios, parques y plazas de la ciudad, de los cuales el 90% habían sido baleados.
Al no poder tomar Kiev debido a la firme resistencia, las fuerzas de Moscú han puesto la vista sobre la región oriental de Donbás, una zona industrial de mayoría rusófona donde los rebeldes prorrusos luchan desde hace ocho años contra las fuerzas ucranianas y controlan algunas zonas.
Aunque la estación ferroviaria está en territorio controlado por Ucrania en el Donbás, Rusia acusó a Kiev de perpetrarlo. Lo mismo afirmaron los separatistas apoyados por Moscú, que colaboran estrechamente con las fuerzas del Kremlin.
Los expertos occidentales han rechazado la afirmación del vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, de que sus tropas “no utilizan” ese tipo de armas. Un funcionario occidental, que habló bajo condición de anonimato para abordar asuntos de inteligencia, apuntó que las fuerzas rusas han empleado ese misil y que, debido a la ubicación del ataque y al impacto, probablemente fuese ruso.
Justin Bronk, miembro investigador del Royal United Services Institute en Londres, dijo que solo Moscú tendría motivos para atacar las infraestructuras ferroviarias en el Donbás, y que son fundamentales para que el ejército ucraniano refuerce sus unidades en la región.
Bronk señaló que, en otras ocasiones, las autoridades rusas han intentado negar su culpa afirmando que sus fuerzas ya no utilizan una arma antigua “para enturbiar las aguas e intentar sembrar dudas”. También insinuó que Moscú escogió específicamente ese tipo de misil porque el ejército ucraniano también los tiene.
El ministro británico de Defensa, Ben Wallace, calificó el ataque de crimen de guerra, y el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, dijo que era “completamente inaceptable”.
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Las autoridades ucranianas y occidentales han acusado repetidamente a Moscú de cometer atrocidades durante la guerra que comenzó con la invasión rusa el 24 de febrero. Debido al conflicto, más de 4 millones de ucranianos han huido de su país y millones más están desplazados dentro de sus fronteras. Algunas de las pruebas más alarmantes de las masacres se hallaron en localidades próximas a la capital ucraniana de las que las fuerzas del presidente Vladimir Putin se retiraron en los últimos días.
Las autoridades ucranianas han advertido que esperan encontrar pruebas de más asesinatos masivos una vez lleguen a la ciudad portuaria de Mariúpol, que también está en el Donbás y lleva un mes asediada por las fuerzas rusas.
En un extracto de una entrevista con el programa “60 Minutes” de la televisora estadounidense CBS que se emitió el viernes, Zelenskyy citó las comunicaciones interceptadas por los servicios de seguridad ucranianos como evidencia de los crímenes de guerra rusos.
“Hay soldados (rusos) que hablan con sus padres sobre lo que robaron y a quien secuestraron. Hay grabaciones de prisioneros de guerra (rusos) que admiten haber matado a gente”, señaló el dirigente. “En prisión, hay pilotos que tenían mapas con objetivos civiles a bombardear. También se están realizando investigaciones en base a los restos de los fallecidos”.