MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –
Una nueva investigación ha descubierto que los adultos con una ingesta baja de frutas y verduras y con un mayor nivel de grasa corporal tienen más probabilidades de ser diagnosticados con un trastorno de ansiedad, según un estudio de investigadores canadienses publicado en la ‘Revista internacional de investigación ambiental y salud pública’.
El equipo de estudio analizó datos del Estudio Longitudinal Canadiense sobre el Envejecimiento, que incluyó a 26.991 hombres y mujeres con edades de entre 45 y 85 años.
Los investigadores observaron que aquellos que consumían menos de tres fuentes de frutas y verduras al día tenían al menos un 24 por ciento más de posibilidades de diagnóstico de trastorno de ansiedad, según ha explicado la directora del estudio, la directora del laboratorio de informática de nutrición de la Universidad Politécnica de Kwantlen (KPU) y miembro del Grupo de Investigación de Atención Primaria de América del Norte, Karen Davison.
Asimismo, el coautor del estudio y becario de Globalink, José Mora-Almanza, ha asociado estos casos con las medidas de composición corporal, ya que cuando los niveles de grasa aumentaron más del 36 por ciento la probabilidad de trastorno de ansiedad creció en más de un 70 por ciento.
En este sentido, la investigación emergente ha relacionado el aumento de la grasa corporal con una mayor inflamación, que a su vez se ha identificado con algunos trastornos de ansiedad.
OTROS FACTORES RELACIONADOS CON LA ANSIEDAD
Además de las medidas de dieta y composición corporal, la prevalencia de los trastornos de ansiedad también se ve influida por otras variables como el género, el estado civil, los ingresos, el estado inmigrante y varios problemas de salud.
El estudio observó que una de cada nueve mujeres tenía un trastorno de ansiedad en comparación con uno de cada quince hombres, unos hallazgos «en consonancia» con las investigaciones anteriores que también habían indicado que las mujeres son más vulnerables a los trastornos de ansiedad que los hombres, según ha declarado la coautora, profesora del Departamento de Sociología y filial de investigación del Institute on Aging & Lifelong Health de la Universidad de Victoria.
Con respecto al estado civil, se descubrió que la prevalencia de los trastornos de ansiedad fue mucho mayor entre aquellos que siempre habían estado solteros (13,9 por ciento) que entre los que vivían con una pareja (7,8 por ciento).
Aproximadamente uno de cada cinco encuestados con ingresos familiares inferiores a unos 18.000 euros al año (20.000 dólares) presentaban más del doble de prevalencia en los trastornos de ansiedad frente a sus pares más ricos.
«No nos sorprendió descubrir que las personas en situación de pobreza tenían una prevalencia tan alta de trastornos de ansiedad; luchar por lo básico como alimentos y vivienda causa un estrés incesante y es inherentemente inductor de ansiedad», ha explicado el coautor y profesor asistente de Trabajo Social de la Universidad MacEwan en Edmonton, Hongmei Tong.
Por otro lado, los inmigrantes a Canadá experimentaron una menor prevalencia de trastornos de ansiedad en comparación con sus pares nacidos en Canadá, de un 6,4 por ciento frente a un 9.3 por ciento.
Esto parecería contrario a la creencia de que los inmigrantes deberían tener una mayor probabilidad de trastornos de ansiedad que los nacidos en Canadá, pero esto se puede explicar porque los inmigrantes potenciales con trastornos de ansiedad «encuentren los desafíos de la reubicación demasiado inductores de ansiedad y, por lo tanto, no elijan inmigrar», según ha señalado la profesora en FIFSW y directora del Institute for Life Course & Aging, Esme Fuller-Thomson.
Finalmente, las personas con tres o más afecciones de salud presentaban cinco veces más prevalencia de trastornos de ansiedad (un 16,4 por ciento), en comparación con aquellas sin afecciones crónicas (un 3 por ciento), y además las personas con dolor crónico tenían el doble de prevalencia de los trastornos de ansiedad frente a las personas sin dolor.
«El dolor crónico y las múltiples condiciones de salud hacen que la vida sea muy impredecible y puede producir ansiedad. Uno nunca sabe si los problemas de salud interferirán con las responsabilidades laborales o familiares y si muchas actividades se vuelven más difíciles y requieren más tiempo», ha resaltado el estudiante de doctorado de la Universidad de Toronto, Shen Lin.
«Nuestros resultados sugieren que los enfoques integrales que se dirigen a los comportamientos de salud, incluida la dieta, así como factores sociales, como estado económico, puede ayudar a minimizar la carga de los trastornos de ansiedad entre los adultos de mediana edad y mayores, incluidos los inmigrantes», ha concluido Davison.