MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –
El uso de riñones de donantes infectados con hepatitis C permite reducir los tiempos de espera para el trasplante del órgano, así como ahorrar costes, mejorar la calidad de vida y prolongar la esperanza de vida en los pacientes renales, según ha demostrado un estudio realizado por profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati (UC) en Estados Unidos, publicado en “American Journal of Kidney Diseases”.
Este nuevo enfoque médico ha descubierto que el uso de riñones de donantes infectados con hepatitis C (VHC) para el trasplante en pacientes sometidos a diálisis no infectados con VHC, que después serán tratados de la infección, podría reducir la espera promedio de un riñón de los 4 años a los 1.56 años, lo que supone una reducción del 61 por ciento del tiempo de espera promedio.
«Esto es importante porque los pacientes en diálisis tienen un riesgo mucho mayor de morir cada año», según ha señalado el principal autor del estudio, el profesor y director de la División de Medicina Interna General de la UC. El experto explica que los pacientes que reciben hemodiálisis enfrentan una tasa de mortalidad «excesiva» de hasta un 15 por ciento anual, mientras que la tasa de mortalidad para los pacientes que se benefician de un trasplante de riñón supone un 2 por ciento anual.
«Si podemos acortar la cantidad de tiempo que los pacientes necesitan para vivir con hemodiálisis, la supervivencia puede mejorar», ha resaltado. Según Eckman, en Estados Unidos alrededor de 103 mil pacientes están en lista de espera por trasplante de riñón y en 2018 solo un 4 por ciento recibió el trasplante.
GANAR EN CALIDAD DE VIDA
La mayor disponibilidad de riñones con VHC se debe, en gran parte, al aumento en el número de muertes por sobredosis de drogas relacionadas con los opioides, según ha afirmado Eckman.
Los resultados analizados en el estudio han indicado que los pacientes que recibieron trasplantes con un riñón infectado de VHC ganaron casi 10 meses en esperanza de vida, en comparación con aquellos que esperaron más tiempo para el trasplante con un riñón no infectado con VHC. Estos parámetros tienen en cuenta los años de vida «ajustados por calidad», que se basan en la duración de la supervivencia del paciente y en la calidad de esos años.
De la misma manera, existe un ahorro en costes de aproximadamente 35 mil euros (37 mil 918 dólares) durante la vida del paciente cuando acepta un rinón afectado con el VHC y luego recibe el tratamiento para la hepatitis C, frente a esperar un riñón no infectado y continuar con la diálisis en el proceso. Eckman asegura que los pacientes que reciben hemodiálisis asumen un coste médico de unos 88 mil euros anuales (95 mil dólares), mientras que el coste después de la cirugía de trasplante es de unos 33 mil euros anuales (36 mil dólares).
Los pacientes sometidos a diálisis pueden pasar conectados a una máquina de diálisis durante tres horas tres veces por semana, lo que acaba por crear estrés fisiológico.
«Una gran parte de la mortalidad asociada con la diálisis se debe a eventos cardiovasculares, algunos de los cuales pueden estar relacionados con los cambios de volumen, los cambios en la presión arterial y los cambios en los electrolitos que acompañan a la diálisis», ha alertado el especialista.
«La diálisis esperando un trasplante es una mejora. Ese es el beneficio de aceptar un riñón infectado con el VHC», ha concluido al respecto Eckman. De hecho, los médicos ahora pueden curar la hepatitis C a través de un nuevo régimen de tratamiento de 12 semanas.