Fosiles de algas calcáreas. Foto la hora: UNIVERSIDAD DE YALE / Europa Press/dpa.

MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –

Restos fósiles de algas calcáreas ofrecen la primera evidencia directa de que el evento de extinción Cretáceo-Paleógeno hace 66 millones de años coincidió con un fuerte aumento en la acidez marina.

Los expertos coinciden en que una colisión de un asteroide provocó una extinción masiva en la Tierra, pero había hipótesis de que los ecosistemas ya estaban bajo presión por el aumento del vulcanismo. «Nuestros datos hablan en contra de un deterioro gradual de las condiciones ambientales hace 66 millones de años», afirma Michael Henehan del Centro de Investigación de Geociencias de GFZ en Alemania.

Junto con colegas de la Universidad de Yale, ha publicado su estudio en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), donde describe la acidificación del océano durante este período.

Investigó los isótopos del elemento boro en las conchas calcáreas de plancton (foraminíferos). Según los hallazgos, hubo un impacto repentino que condujo a una acidificación oceánica masiva. Los océanos tardaron millones de años en recuperarse de la acidificación. «Antes del evento de impacto, no pudimos detectar una acidificación creciente de los océanos», asegura Henehan.

El impacto de un cuerpo celeste dejó huellas: el ‘cráter Chicxulub’ en el Golfo de México y pequeñas cantidades de iridio en los sedimentos. Hasta el 75 por ciento de todas las especies animales se extinguieron en ese momento. El impacto marca el límite de dos eras geológicas: el Cretáceo y el Paleógeno (anteriormente conocido como el límite Cretáceo-Terciario).

Henehan y su equipo de la Universidad de Yale reconstruyeron las condiciones ambientales en los océanos utilizando fósiles de núcleos de perforación de aguas profundas y de rocas formadas en ese momento. Según esto, después del impacto, los océanos se volvieron tan ácidos que los organismos que forman sus conchas de carbonato de calcio no pudieron sobrevivir.

Debido a esto, a medida que las formas de vida en las capas superiores de los océanos se extinguieron, la absorción de carbono por fotosíntesis en los océanos se redujo a la mitad. Este estado duró varias decenas de miles de años antes de que las algas calcáreas se propagasen nuevamente.

Sin embargo, pasaron varios millones de años hasta que la fauna y la flora se recuperaron y el ciclo del carbono alcanzó un nuevo equilibrio. Los investigadores encontraron datos decisivos para esto durante una excursión a los Países Bajos, donde una capa de roca particularmente gruesa del límite Cretáceo-Paleógeno se conserva en una cueva.

«En esta cueva se acumuló una capa especialmente espesa de arcilla inmediatamente después del impacto, lo cual es realmente bastante raro», explica Henehan. En la mayoría de los entornos, el sedimento se acumula tan lentamente que un evento tan rápido como un impacto de asteroide es difícil de resolver en el registro de rocas.

«Debido a la gran cantidad de sedimentos depositados allí a la vez, significaba que podíamos extraer suficientes fósiles para analizar, y pudimos capturar la transición», prosigue.

La mayor parte del trabajo se realizó en su antiguo lugar de trabajo, la Universidad de Yale. Ahora, en el Centro Aleman de Investigación en Geociencias (GFZ) está utilizando la infraestructura y espera que esto le dé un gran impulso a su trabajo.

«Con el láser de femtosegundos en el laboratorio HELGES, estamos trabajando para poder medir este tipo de señales a partir de cantidades mucho más pequeñas de muestra –explica Henehan–. Esto en el futuro nos permitirá obtener todo tipo de información a una resolución realmente alta en el tiempo, incluso desde ubicaciones con tasas de sedimentación muy bajas».

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