MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –
Durante 2 mil a 3 mil millones de años tras su formación, Venus pudo haber mantenido un ambiente habitable, tiempo suficiente como para que la vida surgiera en la «Hermana de la Tierra».
Es la conclusión de un nuevo estudio, presentado en la Reunión Conjunta 2019 del Congreso Europeo de Ciencia Planetaria (EPSC-DPS) por Michael Way y Anthony Del Genio, del Instituto Goddard de Ciencia Espacial (GISS) de la NASA.
Los investigadores crearon una serie de cinco simulaciones que consideraron cómo sería el entorno de Venus en función de los diferentes niveles de cobertura de agua. Esto consistió en adaptar un modelo de circulación general en 3D que tuvo en cuenta los cambios en las composiciones atmosféricas y el aumento gradual de la radiación solar a medida que el Sol se calentó a lo largo de su vida útil.
En tres de los cinco escenarios, Way y Del Genio asumieron que la topografía de Venus era muy similar a la actual, el océano oscilaba entre una profundidad mínima de 10 metros y un máximo de aproximadamente 310 y una pequeña cantidad de agua quedó atrapada en el suelo. También consideraron un escenario con la topografía de la Tierra y un océano de 310 metros, y otro donde Venus estaba completamente cubierto en un océano de 158 metros.
Al final, las cinco simulaciones indicaron lo mismo: que Venus habría podido mantener temperaturas estables, desde un mínimo de 20 grados Celsius hasta un máximo de 50, durante aproximadamente 3 mil millones de años. Si no fuera por una serie de eventos que causaron la reconfiguración 80 por ciento de la superficie del planeta (lo que llevó a la desgasificación del CO2 contenido dentro de la corteza), incluso podría ser habitable hoy.
«Nuestra hipótesis es que Venus pudo haber tenido un clima estable durante miles de millones de años. Es posible que el evento de reconfiguración superficial casi global sea responsable de su transformación de un clima similar a la Tierra en el infernal invernadero que vemos hoy», explicó Way.
Todo comenzó hace unos 4 mil 200 millones de años, unos pocos cientos de millones de años después de que Venus se formara y acabara de terminar un período de enfriamiento rápido. En este punto, suponiendo que Venus se sometió a un proceso similar al de la Tierra, su atmósfera habría estado dominada por dióxido de carbono. Esto habría sido lentamente absorbido por las rocas de silicato para formar carbonatos que luego quedaron atrapados en la corteza del planeta.
Hace aproximadamente 715 millones de años, según el estudio de Way y Del Genio, la atmósfera habría sido similar a la de la Tierra hoy en día, compuesta principalmente de gas nitrógeno con trazas de CO2 y metano. Estas condiciones podrían haberse mantenido estables hasta la actualidad si no fuera por un evento de desgasificación masiva.
La causa de esto sigue siendo un misterio; sin embargo, los científicos creen que se debió a un evento geológico que causó que el 80% del planeta sufriera una reconfiguración superficial. Esto podría haber involucrado grandes cantidades de magma burbujeando y liberando cantidades masivas de CO2 a la atmósfera. El magma se habría solidificado antes de llegar a la superficie, creando así una barrera que impedía su reabsorción.
Esto explicaría cómo la atmósfera de Venus se espesó hasta el punto de que era 90 veces más densa que la Tierra (92 bar en comparación con 1 bar). Combinado con las altas concentraciones de CO2, esto habría llevado a un Efecto invernadero desbocado que explicaría cómo el planeta se convirtió en el lugar infernal que conocemos hoy, donde las temperaturas superficiales promedian 462 grados Celsius, informa Universe Today.
Esto va en contra de las nociones convencionales de habitabilidad, que afirman que la órbita de Venus lo coloca más allá del borde interior de la zona habitable (HZ) de nuestro Sol. Dentro de esta «Zona de Venus», según la sabiduría convencional, un planeta absorbe demasiada radiación solar para poder mantener agua líquida en su superficie.