MADRID
Agencia dpa / (Europa Press) –
Técnicas de Astrosismología aplicadas a observaciones de las misiones espaciales Kepler y TESS, de la NASA, han permitido revelar secretos del interior de las estrellas supergigantes azules.
Al igual que los sismólogos obtienen información del interior del planeta investigando las ondas producidas en terremotos, escuchar la música creada por estas ‘estrellas de rock’ de gran masa permitirá a los astrofísicos acceder a su corazón antes de que estas terminen sus vidas como impresionantes explosiones de supernova, según se ha publicado en la revista especializada ‘Nature Astronomy’.
Desde la primera observación astronómica en 1609 por parte de Galileo Galilei, los telescopios nos han permitido sondear las profundidades del Universo.
Sin embargo, acceder al interior de la estrellas –incluso del Sol– es una tarea más complicada que implica saber escuchar y descifrar la sinfonía de sonidos que estas generan.
No todas las estrellas son iguales ni viven de igual manera, muchas de ellas se parecen al Sol y su vida sucede calmada durante miles de millones de años mientras que otras, mucho más masivas, viven rápida y vertiginosamente antes de morir como una impresionante explosión de supernova, esparciendo por el espacio todo el material que las conformaba.
Entre estas estrellas de gran masa se encuentran las llamadas supergigantes azules, «que podrían ser consideradas adolescentes que acaban de lanzarse a buscar emociones nuevas tras vivir una infancia relativamente calmada», resaltan desde el Instituto de Astrofísica de Canarias.
El centelleo de las estrellas supergigantes azules originado por la presencia de ondas desplazándose por su superficie era un fenómeno prácticamente desconocido hasta hace poco, comenta Dominic Bowman, doctor del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica de Leuven e investigador principal de este estudio.
«Antes de tener acceso a datos proporcionados por la misiones Kepler/K2 y TESS de la NASA, solo se habían podido investigar de manera adecuada los cambios de brillo que sufren las supergigantes azules en unas pocas estrellas de este tipo. En Astrosismología, el estudio de ondas que se propagan desde el interior a la superficie de las estrellas, usamos estas variaciones de brillo para tener información sobre los procesos físicos y químicos que ocurren dentro de estos astros», explica.
Este descubrimiento ha abierto las puertas a una nueva línea de investigación en el campo de la Astrosismología, que hasta ahora se había centrado en el estudio del Sol y estrellas similares.
‘ESTRELLAS DE ROCK’
Según Bowman, «la variabilidad detectada en el brillo de las supergigantes azules ha estado ahí siempre, tan solo hemos tenido que ser pacientes y esperar la llegada de telescopios espaciales como Kepler/K2 y TESS para poder detectarla».
Es como si estas ‘estrellas del rock’ hubiesen estado actuando todo el tiempo, pero solo ahora «se han abierto las puertas del concierto» gracias a las misiones espaciales de la NASA, detalla.
Sergio Simón-Díaz, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y la Universidad de La Laguna, coautor de este estudio y miembro del equipo del proyecto IACOB, señala que se abre una «excitante nueva era» en el estudio de estrellas masivas.
«Combinando la información, proporcionada por telescopios espaciales de última generación como Kepler/K2, TESS y Gaia, con observaciones espectroscópicas obtenidas por telescopios operando desde los Observatorios de Canarias, en los próximos años seremos capaces de desvelar misterios todavía sin resolver sobre las propiedades físicas y la evolución de estas importantes máquinas cósmicas que son las estrellas masivas», indica.