Agencia DPA
Dolor de estómago, hinchazón o diarrea después de consumir lácteos pueden ser los síntomas típicos de la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, si no se digieren bien los lácteos no hay que suspender su consumo de inmediato. Lo ideal es que un médico establezca un diagnóstico.
Los problemas de digestión pueden deberse a otros factores, como otros alimentos o estrés. Hay pruebas con las que el médico puede establecer si el problema es realmente la lactosa.
Y es que además de la intolerancia primaria, debido a factores genéticos, hay otra variante: hay personas que no toleran bien la lactosa por una mucosa dañada del intestino. Si se logra recuperar la mucosa, se puede seguir consumiendo leche sin problemas. En cambio, las personas con intolerancia primaria no tienen otra opción que adecuar su alimentación.
Tampoco es necesario suspender del todo la leche o los lácteos. Las personas con intolerancia a la lactosa suelen tolerar hasta 250 mililitros de leche de una vez y hasta 500 mililitros repartidos en el día.
A veces basta con elegir alimentos con menos lactosa. Los quesos y el yogur, por ejemplo, contienen menos lactosa que la leche fresca.