Por Romina López La Rosa
Madrid
Agencia (dpa)

Pocos productos han causado este año tanta controversia y centrado tanto el debate público sobre la alimentación como el aceite de palma. ¿Se trata de un producto perjudicial para la salud? ¿Debe ser sustituido por causar una enorme destrucción en el medio ambiente? ¿Las críticas se han exagerado sin base científica?

El debate llegó incluso a la Navidad, después de que en Reino Unido se prohibiera un anuncio de una cadena de supermercados porque las autoridades lo consideraron demasiado «político» para la época navideña. No hablaba del Brexit o del Gobierno, sino de cómo la especie humana está poniendo en peligro el futuro de los animales y de sí misma.

En el anuncio, una pequeña hembra de orangután aparece un día en la habitación de una niña, que quiere echarla porque no hace más que poner patas arriba sus cosas… hasta que escucha la explicación de por qué está allí.

QUÉ ES EL ACEITE DE PALMA
El aceite de palma y sus derivados se obtienen del fruto de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera. Aunque tiene su origen en África, se cultiva masivamente en Asia, en países como Indonesia y Malasia, de donde procede el 86% de toda la producción mundial. En las últimas décadas las plantaciones se han extendido a Latinoamérica, sobre todo a Colombia, Perú, Brasil y la zona de Petén en el norte de Guatemala.

Además de sus usos alimentarios, los derivados del aceite de palma se emplean en la industria de la cosmética y en la producción de biodiésel. Se pueden encontrar en una gran variedad de platos preparados y alimentos procesados como helados, salsas, margarinas, galletas, bollería o aperitivos dulces y salados.

¿Por qué tanto éxito frente a otros aceites? Los expertos coinciden en que es muy económico y además muy versátil, por lo que resulta difícil sustituirlo, destaca la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España en un informe sobre la palma.

La web «Carro de combate», especializada en consumo responsable e investigaciones periodísticas sobre el sistema de producción de los alimentos y su impacto sobre los ecosistemas, destaca entre las ventajas lo sencillo del cultivo y su rendimiento por hectárea, muy superior a otras plantas productoras de aceite. Uno de los principales argumentos de los defensores de la palma es que para producir la misma cantidad de aceite procedente de cualquier otra planta (olivo, girasol, soja o colza) se necesitaría una extensión de tierra mucho mayor.

Las autoras de «Carro de combate» subrayan, sin embargo, que «la ecuación no es tan sencilla: la expansión de la palma aceitera se ha producido a costa de bosques de alto valor ecológico, pues ambos necesitan las mismas condiciones climáticas para existir. La devastación ha sido inmensa en países como Indonesia y Malasia», hogar precisamente de la cría de orangután del anuncio británico.

QUÉ DICEN LOS EXPERTOS
En junio de este año la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicó un informe que llamó la atención porque subrayaba que pese a estos problemas el boicot no es la solución.

«Cuando uno considera a escala mundial los impactos desastrosos que tiene el aceite de palma sobre la biodiversidad, no encuentra soluciones fáciles», destacaba el informe. «La mitad de la población mundial utiliza aceite de palma en su comida, y si lo prohibimos o boicoteamos, lo más posible es que sea remplazado por otros aceites vegetales que requieren más tierra. El aceite de palma está aquí para quedarse, así que necesitamos urgentemente acciones coordinadas para hacer más sostenible su producción», señaló la directora general de la UICN, Inger Andersen.

La periodista Nazaret Castro de «Carro de combate» y que viajó a Colombia, Ecuador y Guatemala para observar los efectos de la planta en los ecosistemas, coincide. «El problema no puede ser una planta, sino el modelo del agronegocio ligado a la agroindustria (y a los agrocombustibles y otros, porque del aceite de palma se sacan también cosméticos, champús, pinturas, etc.). Si se hace boicot al aceite de palma pero no cambia nada más, entonces las empresas recurrirán a ingredientes baratos ligados a impactos socioambientales igualmente destructores», señala a dpa.

Castro añade: «La solución a los graves problemas que enfrentamos no puede ser tan sencilla como cambiar un ingrediente por otro. Lo que necesitamos cambiar es el modelo de extracción, producción, distribución y consumo en su conjunto».

Como respuesta a estos problemas surgió también la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible, que agrupa a una serie de empresas que trabajan con el objetivo de conseguir un aceite de palma 100% sostenible a lo largo de toda su cadena de producción. Horacio González Alemán, asesor de la Fundación, subraya a dpa que su objetivo es asimismo que el debate se haga sobre la base de la evidencia científica.

EL ACEITE DE PALMA Y LA SALUD

Se calcula que el aceite de palma se encuentra en uno de cada dos de los productos diarios de consumo en Estados Unidos y Europa, ya sea alimenticios o de cosmética.

Su enorme presencia se debe también a que ha sido el sustituto de las grasas hidrogenadas una vez que se descubrieron los efectos negativos de las mismas sobre la salud. Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en cambio no han emitido ninguna prohibición respecto del aceite de palma, destaca González Alemán.

«En la alimentación, que es un tema muy debatido últimamente -no sólo la palma sino el azúcar o la acrilamida-, se está vendiendo una cierta angustia», afirma, y lamenta que «muchas veces lo que es la evidencia científica no tiene la suficiente preponderancia en el debate público».

«Como decía el refrán, salvo el dinero y el amor, todo lo demás, con mesura», añade, y destaca que con una dieta que siga las recomendaciones de la OMS «el aceite de palma es un ingrediente que no tiene que plantear ningún problema para la salud». «Haría falta más ciencia y menos opinión», sentencia.

La OCU puntualiza que se trata de un aceite «muy rico en grasas saturadas, por lo que está lejos de ser una alternativa idónea desde el punto de vista del equilibrio nutricional y es preferible no abusar de él».

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