Por Jan Ludwig
Berlín
Agencia (dpa)
La «búsqueda de la felicidad» no sólo se menciona como un derecho en la Declaración de Independencia de Estados Unidos. También la Organización de Naciones Unidas considera que la felicidad es «el objetivo fundamental» del ser humano.
El 20 de marzo en el mundo se celebró el Día Internacional de la Felicidad. A continuación, algunas preguntas y respuestas sobre el tema.
– ¿Cómo surgió la idea de celebrar un Día de la Felicidad?
En 1980, un recién nacido aparece en las polvorientas calles de la populosa ciudad india de Calcuta. Debilitado por el hambre y la sed, corre el riesgo de morir en pocos días. Pero colaboradores de la organización benéfica de la Madre Teresa se hacen cargo del pequeño. Lo llaman Adán, como el primer hombre según la Biblia. A las dos semanas, lo adopta una estadounidense. Lo llama Jayme Illien.
El niño se convierte en un hombre que quiere compartir su suerte con otros. Illien asume la dirección de una organización para adopciones, se compromete como filántropo, se convierte en asesor de la ONU y lucha por crear un Día Internacional de la Felicidad. El 28 de junio de 2012 logra su objetivo: Naciones Unidas aprueba en una resolución el Día Internacional de la Felicidad.
– ¿Qué es la felicidad?
Desde el punto de vista neurobiológico, nos sentimos felices cuando en el cerebro se combinan una serie de sustancias químicas. La oxitocina, por ejemplo, se segrega en abrazos y en orgasmos y en el caso de las mujeres, durante el parto y mientras amamantan. La llamada «hormona del amor» nos relaja, nos hace confiados y más monógamos.
Dado que nuestro cerebro está conectado de esta manera, los abrazos pueden servir para combatir la tristeza y el sexo contra el dolor de cabeza.
También nos sentimos bien cuando generamos más dopamina. Este neurotransmisor regula el circuito de recompensa del cerebro, llamado en realidad sistema mesolímbico. Allí surge la sensación de felicidad. La dopamina también tiene que ver con la producción de endorfinas. Éstas son sustancias narcóticas propias del cuerpo que ayudan a soportar dolores muy intensos y estimulan el sistema inmunológico.
– ¿La felicidad es genética?
En parte sí. La clave de la felicidad es el SLC6A4, que no es otra cosa que el nombre científico de un gen. El SLC6A4 reenvía la hormona serotonina a las células y eso nos hace estar relajados y de buen humor. Simplificando mucho, los científicos consideran que hay dos formas de este gen: una larga y una corta. Quien tiene la versión larga, tiene más serotonina en las células, mientras los portadores del gen más corto son más propensos al pesimismo.
O sea, ¿tener buenos genes contribuyen al buen humor? Los científicos presumen que los genes en general son los responsables de entre un tercio y la mitad de nuestro bienestar. Eso podría explicar por qué algunas personas parecen de naturaleza más feliz que otras en las mismas circunstancias. Los gemelos univitelinos, a su vez, tienen un nivel de felicidad muy parecido incluso si viven en lugares diferentes.
– ¿Qué proporciona mayor felicidad?
Un entorno social estable, afecto y amor tienen, según los investigadores, el efecto más perdurable. Quien se siente aceptado en su familia y entre amigos, atraviesa con más facilidad las etapas difíciles de su vida.
También quien tiene una vida social activa suele vivir más satisfecho. La riqueza, en cambio, no contribuye a una mayor felicidad a partir de cierta cantidad. Claro que las necesidades básicas deben ser satisfechas y, en el mejor de los casos, debe sobrar un poco. Pero más allá de eso, el dinero no aumenta la felicidad.
– ¿Dónde viven las personas más felices?
Finlandia fue declarado en 2018 como el país más feliz del mundo. Ningún otro pueblo es más longevo, generoso y menos corrupto que los finlandeses. En los siguientes puestos se ubican Noruega, Dinamarca e Islandia. En Latinoamérica, el país más feliz es Costa Rica, que se ubica décimo tercero a nivel mundial.
Por primera vez en el informe se evaluó también la felicidad de los inmigrantes en 117 países. El resultado: en Finlandia también viven los más felices.