Por MATTHEW PERRONE y BEN WIEDER
Durante más de una década, miembros de un grupo poco conocido llamado el Pain Care Forum ha inundado la ciudad de Washington con mensajes sobre el papel esencial de los analgésicos con receta en las vidas de millones de estadounidenses, reforzando un mensaje y descarrillando discretamente los esfuerzos por limitar el consumo de fármacos como OxyContin, Vicodin y Percocet en Estados Unidos.
En 2012, las farmacéuticas y sus afiliados en el foro enviaron una carta a senadores estadounidenses promocionando un reciente reporte sobre una «crisis de proporciones epidémicas»: el dolor en Estados Unidos. Pocos sabían que el reporte derivaba de legislación elaborada e impulsada por miembros del foro y que sus expertos habían ayudado a escribirlo. El informe estimaba que más de 100 millones de estadounidenses —en torno al 40% de los adultos— sufre dolor crónico, una llamativa estadística que algunos investigadores consideran muy problemática.
La carta, sin embargo, no hacía referencia a otro problema sanitario que ha sido declarado como epidemia por las autoridades federales: las sobredosis vinculadas a los analgésicos con receta. Las muertes relacionadas con fármacos opiáceos adictivos se han multiplicado más que por cuatro desde 1999, con más muertes en 2012 que la heroína y la cocaína juntas.
Una investigación de The Associated Press y el Center for Public Integrity reveló que se han producido círculos similares de información e influencia en la capital del país de forma habitual, alimentados por el dinero y los argumentos del Pain Care Forum, una coalición de farmacéuticas, grupos del sector y decenas de organizaciones sin fines de lucro financiadas por la industria, que habían pasado desapercibidas hasta ahora.
Cientos de documentos internos arrojaron nueva luz sobre cómo las farmacéuticas y sus aliados dieron forma a la respuesta nacional sobre la oleada de abuso de opiáceos con receta, que se ha cobrado las vidas de 165 mil estadounidenses desde 2000, según cifras federales.
Los analgésicos están entre los medicamentos más recetados en el país, pero las farmacéuticas y sus grupos aliados tienen muchos intereses legislativos más allá de esos fármacos. Desde 2006 a 2015, los participantes en el Pain Care Forum gastaron unos 740 millones de dólares para hacer presión en Washington y las 50 cámaras de representantes estatales sobre una amplia variedad de temas, incluido el mantener el acceso a los opiáceos, según un análisis de documentos legales sobre cabildeo.
Las mismas organizaciones reforzaron su influencia con más de 140 millones de dólares aportados a campañas políticas, incluidos 75 millones de dólares sólo para partidos, comités de acción política y candidatos federales.
«Uno puede hacer mucho, mucho para conseguir lo que quiere cuando tiene mucho dinero», comentó el profesor Keith Humphreys, de la Universidad de Stanford, exasesor de política de drogas durante la presidencia de Barack Obama. «Y sólo cuando las cosas son así de desastrosas hay suficiente voluntad popular para resistir».
Durante mucho tiempo, los opiáceos se reservaron para dolores fuertes debidos a la cirugía, lesiones o enfermedades terminales como el cáncer. Eso cambió en la década de 1990 con un aumento de las prescripciones para problemas más comunes como el dolor de espalda y la artritis. El mercadeo para nuevos analgésicos de largo efecto como el OxyContin ayudó a alimentar la tendencia, entre otros factores.
El fabricante de OxyContin, Purdue Pharma, se declaró culpable y aceptó pagar más de 600 millones de dólares en multas en 2007 por desinformar al público sobre los riesgos de su fármaco, pero el analgésico siguió siendo un producto superventas que generó más de 22.000 millones de dólares en ingresos en la última década.
Mortandad
165 mil estadounidenses
Han perdido la vida por el abuso de opiáceos con receta desde el año 2000, según cifras federales.