Esta imagen de un artista provista por la NASA el martes 6 de septiembre del 2016 muestra la sonda espacial Origins Spectral Interpretation Resource Identification Security - Regolith Explorer (OSIRIS-REx) haciendo contacto con el asteroide Bennu con el mecanismo llamado Touch-And-Go Sample Arm. La misión, que se planea lanzar el jueves 8 de septiembre del 2016, tiene la meta de traer una muestra de la superficie de Bennu e información detallada sobre el astoroide y su trayectoria. (NASA/Goddard Space Flight Center via AP)

CABO CAÑAVERAL, Florida, EE.UU.
AP

Esta semana la NASA va tras un asteroide como nunca antes. Lanzará una nave espacial hacia la roca negra y exótica llamada Bennu, recogerá un poco de tierra de la superficie y luego, en un final en grande, traerá la muestra a nuestro planeta.

La misión tomará siete años, comenzando con el lanzamiento planificado para mañana por la noche en Cabo Cañaveral y concluyendo con la llegada de las muestras de asteroide en el 2023, tras un recorrido de 6.500 millones de kilómetros (4.000 millones de millas).

Promete convertirse en el botín cósmico más grande después de las rocas lunares que trajo la misión Apollo, recogidas por manos de astronautas a fines de la década de 1960 y a principios de la década de 1970.

La NASA ya ha traído polvo de cometas y partículas de viento solar. Y Japón ya lo hizo en un asteroide hace una década y está camino a su segundo encuentro con una roca espacial. Pero en esos casos estamos hablando de muestras muy pequeñas.

El robot cazaasteroides de la NASA, Osiris-Rex, está diseñado para recoger piedras grandes y chicas, y en una sola recolección puede tomar el equivalente a entre uno y cuatro, e incluso cinco, puñados.

«Vamos a explorar un mundo desconocido», dijo el científico principal Dante Lauretta, de la Universidad de Arizona en Tucson. «Vamos a poder crear un mapa detallado. Cuando acabemos, será el esteroide con más detalles en nuestro sistema solar».

Gracias a observaciones de los telescopios espaciales Hubble y Spitzer, y de observatorios aquí en tierra, los científicos ya saben que Bennu es esférico, tiene 487 metros (1.600 pies) de diámetro y su color negro indica que es rico en carbón. Se cree que se formó hace unos 4.500 millones de años, un remanente de la formación del sistema solar. Como tal, podría arrojar pistas sobre el origen de la vida en la Tierra y, posiblemente, también en otras partes del sistema solar.

El nombre Bennu viene de la garza de la mitología egipcia.

También hay un lado práctico para la misión de más de 800 millones de dólares: defensa del planeta.

Bennu es uno de muchos asteroides cercano a la Tierra que ocasionalmente se cruzan con nuestro planeta. Mientras los científicos sepan más sobre estas rocas potencialmente peligrosas, tendremos mejores oportunidades de rastrearlas y, en el peor de los casos, estar preparados para un choque.

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