Washington
DPA

Todo trata de un par de números, una combinación de cifras que sería necesaria para desbloquear un iPhone. Y el que la conoce está muerto: es Syed Rizwan Farook, el hombre que junto a su mujer mató a 14 personas en un ataque en San Bernardino, en California, antes de ser abatido por la policía.

El FBI quiere saber lo que había en el móvil que utilizaba en su trabajo y para ello necesita la contraseña.

Sin embargo, no es tan fácil y hay mucho más en juego. Desde hace días se debate en Estados Unidos si Apple debería ayudar al FBI a «hackear» esa contraseña. Y sólo alguien falta por pronunciarse: el presidente Barack Obama.

Para él, la cuestión es muy controvertida. Se mueve entre varias líneas enfrentadas. Están en juego derechos civiles, cuestiones de seguridad e intereses económicos.

El jueves, Apple pidió al tribunal responsable del caso en California que anule la orden que le obliga a ayudar al FBI y archive el caso. La firma no quiere programar ningún «GovtOS», una specie de sistema operativo para smartphone para el Gobierno, dijo el director ejectuvio Tim Cook.

La Casa Blanca sigue el tema con intereses políticos encontrados, asegura Tim Edgar, exasesor de Obama, en declaraciones al diario «The Hill».

«Por un lado, en un caso tan significativo no quiere ponerse contra el FBI, pero por otro, en ningún caso quieren tampoco dar la impresión de que no les importa la esfera privada».

Kevin Bankston, director del Instituto Open Technology, considera que Obama está presionado por el FBI. Las autoridades de seguridad han escogido conscientemente un caso que tiene una gran relevancia, dijo al «New York Times».

«La circunstancias de que esté relacionado con un atentado lo hace políticamente más posible. La respuesta debería ser que no sólo se trata de este caso, sino de todo aparato encriptado», señala.

El FBI quiere acceder a los datos del iPhone incluso cuando ni siquiera es seguro de que haya información relevante para las investigaciones. El teléfono pertenecía a las autoridades locales para las que trabajaba Farook, pero éstas no conocen la contraseña.

Además, debido a un error de gestión, perdieron la oportunidad de acceder a un backup de los datos almacenados en el iCloud de Apple.

El jefe del FBI, James Comey, reiteró públicamente que no entiende el caso como un ejemplo, pero que no se cansará de advertir de las consecuencias que podrían derivarse del mismo. «Cada vez más frecuentemente nos enfrentamos a la situación de no poder leer las comunicaciones de terroristas, bandas callejeras, pedófilos y todo tipo de malas personas con órdenes juciales letítimas».

El Departamento de Justicia apoya la exigencia del FBI con una solicitud propia ante los tribunales. La secretaria de Justicia, Loretta Lynch, defendió el miércoles su postura, pero evitó mencionar directamente a Apple. Los tribunales de todo el país han dictaminado en reiteradas ocasiones que terceros tengan que ayudar al gobierno cuando se trata de obtener pruebas sobre crímenes», dijo.

Políticos y analistas del espectro político conservador convirtieron el tema en una cuestión de seguridad nacional. El precandidato republicano Donald Trump, que aprovecha cualquier cerilla para hacer fuego en la campaña electoral, acusó a Apple incluso de boicot y recomendó como alternativa un smartphone surcoreano.

Por otro lado está el sector tecnológico, con el que el presidente cuenta. Muchos en Silicon Valley le apoyaron primero con donaciones en la campaña electoral.

Pero ahora muchos han mostrado su apoyo a Apple. Microsoft y Amazon anunciaron que apoyarán la postura de Apple como «amicus curiae» o amigos del tribunal o la corte, que supone que se ofrecen para clarificar cuestiones técnicas o legales complejas.

Y mientras Tim Cook no se cansa de destacar que está en juego un límite: el de la protección de los datos ante las autoridades y el de una influencia peligrosa.

Apple advierte de que el software necesario para acceder al iPhone podría ser utilizado con otros fines, porque abriría una «puerta de atrás» de la que podrían aprovecharse los hackers para acceder a los iPhone. Cook propuso incluso un encuento con el presidente aunque la Casa Blanca aún no se ha pronunciado.

El portavoz de Obama, Josh Earnest, se vio obligado sin embargo en los últimos días a hablar del tema continuamente, para reiterar pacientemente que el Gobierno no quiere injerir en una investigación independiente ni anticiparse al Departamento de Justicia.

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