Con la iniciativa buscan generar un impacto positivo para que más personas aprendan a reportar casos de trata de personas. Diseño/Esteban Cardona
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Un socio conductor de UBER observó señales de alerta cuando un hombre solicitó un viaje para trasladar a tres mujeres en relación de control a varios moteles. Al terminar el viaje, llamó a la línea contra la trata de personas y reportó la situación. La información permitió el rescate de tres mujeres en la ciudad de México.

Alrededor de 15% de socios conductores de UBER creen haber sido testigos de un posible delito de este tipo en su ciudad, según estudio de la organización SinTrata.

En tal sentido, la alianza entre el sector público, privado y sociedad civil, podría generar un impacto positivo para que más personas aprendan a reportar casos de trata de personas. Por ello, la organización SinTrata y UBER promueven en México y Centroamérica la iniciativa para el uso de tecnología digital para que los ciudadanos puedan ayudar a identificar y reportar a posibles víctimas de este delito.

La iniciativa se replica este año en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá, junto con Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) y la organización Crime Stoppers, a través de línea de denuncia: tupista.org

La trata de personas, también conocida como la esclavitud del siglo XXI, pasa desapercibida para la mayoría, a pesar de considerarse el crimen organizado de más rápido crecimiento en el mundo. Se estima que hoy día existen más de 40 millones de víctimas y que genera más de US$150 billones de dólares al año, de acuerdo con la organización A21.org.

Alrededor de 15% de socios conductores de UBER creen haber sido testigos de un posible delito de este tipo. Foto La Hora

De estas cifras, solo alrededor del 1% de las personas son identificadas. Además, la crisis por la pandemia aumentó la vulnerabilidad estructural y el uso de tecnologías para operar. Es decir, el delito migró hacia las redes sociales, el Internet y manejo de finanzas menos presencial.

“No sabemos cómo ver, cómo buscar, ni quiénes pueden ser las víctimas, que están más cerca de lo que pensamos, puesto que hacen uso de la infraestructura y servicios para operar tales como el turismo, transporte, la tecnología y las finanzas”, explica Mariela Ruenes, fundadora y presidenta de la organización SinTrata, A.C. desde su sede en México.

En el contexto del Día Mundial Contra la Trata de Personas, que se conmemoró el pasado 30 de julio, Ruenes compartió un estudio de impacto en donde comparte cifras de cómo afecta este crimen en la región, el cual afecta especialmente a mujeres y niñas; en su mayoría para la explotación sexual.



OJOS EN TODAS PARTES

Desde su experiencia en México y con algunos países centroamericanos, Ruanes comparte cómo se puede reforzar la capacidad para identificar víctimas por parte de la ciudadanía y cómo el sector privado también puede cooperar para combatir este flagelo. Uno de estos, la alianza con UBER.

Desde el 2018, SinTrata y Uber se unen para tomar acción contra la trata de personas en México, en conjunto con el Consejo Ciudadano de la ciudad de México y la (ONUDD).

La experta Ruenes explica que la tecnología puede contribuir con un rol más activo de la ciudadanía, especialmente cuando ciertas personas claves, por su tipo de trabajo, pueden estar más sensibilizados y se les enseña a reportar para tener “ojos en todas partes”, en forma segura y anónima.

Uber es una de las aplicaciones más utilizadas en varios países, incluyendo la región centroamericana. Foto La Hora

La tecnología ha permitido escalar con un impacto social. De trabajar con 2 mil socios conductores en once ciudades, ahora Ruenes comenta que cada año, 200 mil socios conductores y repartidores han recibido la campaña digital.

Entre los hallazgos, revela que el 90% de los conductores de UBER se reconocen en una posición clave para denunciar, 15% atestigua haber estado en una posible situación de trata e identifican más modalidades de este crimen.

Lo más importante: el 95% afirma que estaría dispuesto a reportar este tipo de casos, aunque todavía hay barreras, como el anonimato y la falta de confianza en las autoridades. Sin embargo, una de cada dos personas que no estaban dispuestas a reportar, cambiaron de opinión después de recibir la comunicación digital, concluye la fundadora de SinTrata.



 

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