Gran Bretaña y Australia llegaron a un acuerdo de libre comercio mediante el cual eliminan aranceles sobre una amplia gama de productos, en el más reciente esfuerzo de Londres por establecer lazos comerciales con otros países tras su salida de la Unión Europea.
Con el acuerdo aumentarán las exportaciones productos tradicionales británicos a Australia, como el whisky escocés, y las de productos australianos a Gran Bretaña, como el vino y la carne de cordero.
Pero uno de los aspectos más importantes del pacto para Gran Bretaña es que elimina barreras para servicios financieros y de otros sectores. Con el acuerdo, además, Inglaterra aspira a acoplarse al acuerdo comercial transpacífico, lo que impulsará sus transacciones con las naciones de la región Asia-Pacífico.
Es el primer acuerdo comercial que Gran Bretaña elabora desde cero desde que se salió de la UE. Acuerdos previos con países como Japón se basaron en los acuerdos existentes alcanzados por la unión.
El primer ministro británico compareció el martes frente a su despacho de Downing Street con su homólogo australiano Scott Morrison para anunciar el acuerdo.
«Este es un ambicioso acuerdo de libre comercio», expresó Morrison. «No es un acuerdo estándar, es un acuerdo con grandes ambiciones para ambos países».
Si bien ambos líderes fueron efusivos a la hora de alabar el pacto, no divulgaron muchos detalles. El gobierno británico aseguró que el texto será publicado «en los próximos días».
Australia es el 14to socio comercial de Gran Bretaña con un intercambio total el año pasado de 13.900 millones de libras (19.500 millones de dólares). La relación es aun más importante para Australia, ya que Gran Bretaña es su quinto mayor socio comercial.
Uno de los sectores que probablemente se beneficiarán más será el de los agricultores australianos, ya que los bienes agrícolas comprenden un 14% de las exportaciones del país. Ello ha causado inquietud entre los agricultores británicos, que temen no poder competir con importaciones australianas más baratas, cuyas normas de protección ambiental y de protección de animales son distintas.
Las asociaciones agrícolas británicas reaccionaron con cautela al anuncio, afirmando que esperarían a ver los detalles del arreglo.
«La prueba de este acuerdo comercial sería si contribuye a colocar la actividad agrícola mundial a un sendero más sustentable, o si meramente perjudica a la agricultura británica y a las normas de impacto ambiental y de bienestar de los animales», aseveró en un comunicado Minette Batters, presidenta de la Asociación de Agricultores Británicos.