El presidente de la República Popular China, Xi Jinping y Donald Trump de Estados Unidos, dirigen los destinos de dos potencias mundiales en materia económica
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Redacción Economía La Hora
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El contexto geopolítico mundial de la segunda parte del Siglo XX estuvo marcado por la llamada “Guerra Fría”. Por un lado, la antigua URSS (Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas) con sus satélites y aliados, enarbolando la bandera del totalitarismo marxista, y los Estados Unidos de América también con sus “satélites” latinoamericanos y sus aliados, principalmente en Europa. La Perestroika soviética dio paso a una transición del país más grande del mundo hacia una supuesta apertura democrática (que en realidad nunca tuvo) y a la caída del muro de Berlín, con lo que la hegemonía mundial quedaba del lado estadounidense.

De aquella guerra fría queda muy poco en nuestro contexto actual. O tal vez no tanto. Un gigante dormido (como lo fue una vez Estados Unidos antes de la Primera Guerra Mundial) comenzó a dar un giro a su política económica a finales de los años 70. El gobierno de la República Popular de China, liderado por Deng Xiaoping, inició un proceso de apertura económica del país más poblado del mundo. China comenzó a tener relaciones comerciales con otros países, antes considerados sus enemigos, privatizó muchas empresas estatales y cerró las que no eran viables, sin embargo, mantuvo el control estatal de las industrias energéticas y la industria pesada. En menos de 50 años ha pasado de ser un aliado político de la URSS a ser una de las naciones con un mayor crecimiento económico (de doble digito en algunos periodos), concentrar una parte importante de la producción mundial de bienes y tener el segundo mayor PIB en el mundo (USD 14.3 billones), solo por detrás de los Estados Unidos (USD 21.3 billones) de acuerdo con datos del Banco Mundial.


Así ha crecido el Producto Interno Bruto a lo largo de la historia moderna tanto para China como para Estados Unidos. Data: ourworldindata.org/economic-growth

Esta nueva bipolaridad ya no se da en un entorno geopolítico, es decir, de que país pretende imponer su sistema de gobierno en el mundo, como fue la Guerra Fría. Más bien la contienda se da ahora bajo un contexto geoeconómico, en el que ambos países buscan la supremacía económica mundial, que bien la podríamos llamar la Guerra Comercial. Y aunque los Estados Unidos aun lideran esta carrera por largo trecho, China va ganando muchísimo terreno y lo hace a pasos muy acelerados.

La “guerra” se dará en varios frentes. Los más importantes serán la carrera tecnológica, es decir, cuál de los dos países logren liderar en campos como inteligencia artificial, reconocimiento facial y de voz, 5G y las Fintech (innovación de servicios financieros con tecnología de punta); la carrera comercial, que incluye alianzas y acuerdos estratégicos con distintas zonas económicas como la Unión Europea, ASEAN, NAFTA y CAFTA, el Acuerdo Trans Pacífico, entre otros; la universalidad de la moneda como el medio de intercambio más utilizado.

Y aunque en todos estos frentes pareciera que Estados Unidos lleva la delantera, los avances y los logros que ha tenido China han sido mucho mayores que los de Estados Unidos. China ahora gradúa 4 veces más estudiantes CTIM (estudiantes de carreras universitarias en las áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) y 3 veces más estudiantes de Ciencias de la Computación que los Estados Unidos. China tiene la oportunidad de ingresar y liderar, lidera ahora acuerdos económicos como el Acuerdo Trans Pacífico (del que Estados Unidos se retiró), ha realizado inversiones de infraestructura muy importantes en los países de la llamada Ruta de la Seda y también participa en ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, por sus siglas en inglés).

El mundo se dirige hacia un nuevo orden bipolar, bajo nuevas reglas y con un horizonte incierto.

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