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Por Jörn Bender y Almudena de Cabo
Fráncfort/Berlín
Agencia (dpa)

El Banco Central Europeo (BCE) mantuvo hoy sin cambios los tipos de interés y sus planes de acabar a finales de año con el multimillonario programa de compra de deuda con el que desde 2015 persigue impulsar la inflación y el crecimiento en el bloque.

El guardián del euro cumplió con el guion esperado al mantener invariable la principal tasa de interés de la zona euro en el cero por ciento, su mínimo histórico, algo que continuará así «hasta al menos durante el verano de 2019 y en todo caso durante el tiempo necesario para asegurar la continuación de la convergencia sostenida de la inflación hacia niveles inferiores, aunque próximos, al dos por ciento a medio plazo».

Junto con esto, el BCE reafirmó hoy la decisión de continuar con su programa de compras de activos al ritmo mensual de 15,000 millones de euros hasta finales de diciembre de 2018. «El Consejo de Gobierno prevé que, siempre que los nuevos datos confirmen las perspectivas de inflación a medio plazo, las compras netas cesen a partir de entonces», explicó.

Respecto a los aspectos macroeconómicos de la zona euro, Draghi explicó que la economía de la zona euro se enfrenta a un crecimiento generalizado y a un aumento constante de la inflación, aunque admitió que los datos recibidos eran algo más débiles de lo esperado. Sin embargo, Draghi quiso dejar claro que lo que el BCE ha visto es una «mayor debilidad», no una «recesión».

La incertidumbre alimentada por las tensiones comerciales, las vulnerabilidades de los mercados emergentes y la volatilidad de los mercados financieros «siguen siendo prominentes», lo que significa que todavía se necesita un «estímulo significativo de la política monetaria», afirmó.

La reunión del BCE tuvo lugar en medio de preocupaciones por una nueva crisis en la eurozona tras el choque entre Italia y Bruselas por los planes presupuestarios de Roma rechazados por la Comisión Europea, en un hecho hasta ahora inédito en la zona de la divisa común.

Si bien Draghi recordó que se trata de una cuestión fiscal, en manos por tanto de la Comisión Europea, intentó rebajar la preocupación y se mostró «confiado» en que se pueda lograr finalmente un acuerdo al respecto, al mismo tiempo que destacó, no obstante, que «las normas presupuestarias deben ser respetadas».

Sin embargo, el Gobierno ha enviado unos presupuestos a Bruselas que prevén un aumento significativo del nuevo endeudamiento hasta el 2,4 por ciento, el triple de lo prometido por el Gobierno anterior.

En este punto, Draghi reconoció que podría haber algunos efectos indirectos en los mercados a partir del enfrentamiento por el presupuesto italiano, aunque no es un tema sobre el que habría una gran discusión en el seno del BCE y, de hecho, aseguró que el banco no ha visto «ningún síntoma de contagio».

Draghi fue sorteando así el aluvión de preguntas sobre su país natal, un asunto que, junto con la incertidumbre sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) o los conflictos comerciales impulsados por Estados Unidos, son «riesgos que tiene en cuenta el BCE», pero que «no son tan elevados como para cambiar las perspectivas».

Draghi advirtió, no obstante, del peligro que supone para los mercados el hecho de que la UE y Reino Unido sigan sin llegar a un acuerdo sobre la salida de este país a fines de marzo de 2019. El fracaso a la hora de sellar un pacto significa que «el sector privado tendrá que prepararse para un Brexit duro», dijo Draghi sobre algo que provocaría «malestar» en los mercados y entre las instituciones financieras.

A pesar de todo, sigue confiado en que se logrará encontrar una solución razonable en las negociaciones sobre el «Brexit». De momento, el BCE sigue de cerca todas las conversaciones al respecto, indicó.

Italia tiene uno de los niveles más altos de deuda pública del mundo, de más de un 130 por ciento del producto interno bruto (PIB).

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