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Por Michael Donhauser (dpa)
Nusa Dua (Indonesia),
Agencia dpa

Deudas elevadas y una imprevisible primera potencia mundial: el mundo podría estar al borde del fin de una fase de rápido crecimiento. «Chispea pero aún no llueve a cántaros», dijo la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, antes del encuentro anual del organismo que comienza mañana en la isla indonesia de Bali.

La economía mundial parece haber tocado techo. Los pronósticos de crecimiento de 3,9 por ciento para este año y el próximo no son ya sostenibles, dijo Lagarde poco antes de que se reúnan los ministros de Finanzas, presidentes de bancos centrales y expertos en finanzas de 189 países. También los ministros del ramo de los miembros del G20 celebrarán una reunión en Bali.

Los expertos esperan por ello una corrección a la baja de los pronósticos de crecimiento en el informe de mañana, pero por debajo del 3,7 por ciento constituiría una sorpresa, señalan fuentes de la central del FMI en Washington.

La política comercial del presidente estadounidense Donald Trump es uno de los principales motivos de preocupación, así como su política fiscal, que con sus incentivos fiscales y medidas proteccionistas mantiene en auge artificial a la mayor economía del planeta.

Algo que podría continuar hasta 2020, cuando termina su mandato y vencen algunas partes de su reforma fiscal. «Hasta entonces Estados Unidos crecerá fuerte y protegido por una expansión económica procíclica y condiciones financieras aún laxas», pronostica Lagarde. Pero eso, sin embargo, podría constituir un riesgo.

Las inyecciones estatales a la economía estadounidense están financiadas en su mayor parte a través de deuda, lo mismo que ocurre en los países emergentes y en desarrollo.

La deuda pública y privada ha alcanzado niveles récord con 182 billones de dólares, en torno a un 60 por ciento más que antes de la crisis financiera en 2007, lo que hace a empresas y Gobiernos más dependientes a las condiciones de política monetaria.

Sin embargo, aún no se da el peligro de una «segunda gran depresión» porque Gobiernos y autoridades de regulación no se deciden aún a adoptar reglas de juego más restrictivas para los mercados, después de que Trump flexibilizara las nacionales tras la política de su predecesor Barack Obama, como también hizo la ciudad de Londres en medio de la inminente salida del país de la Unión Europea.

Con otras palabras: en el caso de que la Reserva Federal siga subiendo los tipos de interés -porque en el caso contrario la política económica de Trump provocará un sobrecalentamiento a corto plazo- las consecuencias las sufrirán países emergentes y en desarrollo, donde las empresas suelen adquirir deuda en dólares.

Argentina será la primera víctima. El FMI tuvo que apoyar al país con 50,000 millones de dólares. Y podrían seguir Turquía y Pakistán, aunque ambos gobiernos aún rechazan la ayuda exterior.

El ex primer ministro británico y canciller del Tesoro Gordon Brown se mostró preocupado en una entrevista concedida a «The Guardian»: «Corremos el peligro de avanzar sonámbulos hacia una inminente crisis», dijo al tiempo que habló de un «mundo sin dirección».

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