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Por PAUL WISEMAN, LUIS ALONSO LUGO y ROB GILLIES
WASHINGTON
Agencia (AP)

El presidente estadounidense Donald Trump se mostró jubiloso al llegar a un acuerdo preliminar con México para reemplazar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero generó al menos tantas interrogantes como respuestas. ¿Será posible convencer o coaccionar a Canadá el tercer socio del TLCAN y el segundo socio comercial de Estados Unidos a que acepte un nuevo pacto?

¿Es legal o políticamente factible llegar a un acuerdo comercial que reemplace el TLCAN solamente con México? ¿Y qué sucederá con las complejas cadenas de abastecimiento creadas por empresas estadounidenses y de otros países a lo largo de los 24 años que lleva el TLCAN y que abarcan los tres países?

Trump se apresuró a declarar que el acuerdo era un triunfo, como lo demostró, dijo, el alza de la bolsa ayer, impulsada en parte por el aparente acuerdo con México.

Trump insinuó que él podría excluir a Canadá del nuevo acuerdo. Dijo que quería llamarlo «Acuerdo Comercial Estados Unidos-México» porque, según él, el TLCAN ha ganado fama de ser perjudicial para los trabajadores estadounidenses.

Sin embargo, agregó, dijo que quería darle a Canadá la oportunidad de volver a entrar, «siempre que quieran negociar de manera justa». Para intensificar la presión sobre Ottawa, amenazó con imponer nuevos aranceles a los autos importados de Canadá.

En declaraciones a la prensa, el principal asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, exhortó a Canadá a «venir a la mesa».

La negociadora canadiense del TLCAN, la ministra del Exterior Chrystia Freeland, interrumpió un viaje a Europa para volar a Washington hoy.

Los detractores denunciaron la perspectiva de marginar a Canadá de un acuerdo comercial norteamericano debido en parte a los riesgos que supondría para las empresas implicadas en el comercio internacional. Muchos fabricantes han construido sistemas vitales de aprovisionamiento que dependen de poder cruzar libremente todas las fronteras del TLCAN.

Trump ha condenado frecuentemente el TLCAN como un «desastre» que ha eliminado empleos en Estados Unidos. El tratado redujo la mayoría de las barreras comerciales entre los tres países. El presidente y otros detractores dicen que el pacto alentó a los fabricantes estadounidenses a mudarse al sur de la frontera para explotar la mano de obra barata mexicana.

Con el acuerdo preliminar, podrían regresar más empleos fabriles a Estados Unidos, pero dista de ser un hecho consumado. Faltan las firmas oficiales y posteriormente la ratificación por los congresos de cada país.

El Congreso en Washington no lo someterá a votación antes del año próximo, es decir, después de las elecciones de noviembre que podrían significar el fin del dominio republicano en la cámara baja, pero en principio parece al menos una victoria propagandística para Trump, una semana después que su exjefe de campaña fue hallado culpable de delitos financieros y de que su exabogado personal lo implicó en el pago de sobornos para silenciar a dos mujeres que dijeron haber tenido relaciones sexuales con él antes de que fuera presidente.

Antes de iniciar las negociaciones para un nuevo tratado, hace un año, el gobierno estadounidense notificó al Congreso que hablaría con Canadá y México. Por eso el anuncio de ayer dejó la pregunta de si Washington está autorizado a llegar a un acuerdo con uno solo de los dos países.

Un alto funcionario del gobierno, quien habló con la prensa bajo la condición de anonimato, dijo que sí: el gobierno puede informar al Congreso que ha llegado a un acuerdo con México y que si Canadá quiere sumarse, bienvenido sea.

Incluso un aliado crucial de Trump como Kevin Brady, el legislador republicano que preside la Comisión de Recursos y Arbitrios de la cámara baja, se expresó con cautela.

El número dos del bloque de senadores republicanos, John Cornyn, dijo que el anuncio de ayer era un «paso positivo», pero que Canadá debe ser parte del acuerdo final.

Además, hay razones políticas para mantener a Canadá en el bloque regional.

En efecto, México ha dicho que quiere que Canadá esté incluida en cualquier acuerdo nuevo que reemplace el TLCAN.

El presidente electo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que «nos interesa un acuerdo de tres países». Por su parte, el secretario del Exterior Luis Videgaray dijo a la prensa que «México tendrá tratado de libre comercio, independiente de aquellas variables que no podemos controlar», en alusión a las negociaciones entre Washington y Ottawa.

Según la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), México aceptó que el 75% del contenido de un vehículo sea producido dentro del bloque (comparado con el 62,5% actual) para poder ser exento de aranceles y que del 40 al 45% sea fabricado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora. Con estos cambios se espera alentar una mayor producción en Estados Unidos.

Durante meses las conversaciones se estancaron debido a la insistencia del gobierno de Trump de incluir una «sunset clause» (cláusula de caducidad): un TLCAN renegociado caducaría a los cinco años a menos que los tres países acordaran prolongarlo. México y Canadá se negaron terminantemente a aceptarla.

Ayer, el gobierno de Trump y México anunciaron un acuerdo sobre ese asunto: el TLCAN reformado tendría una vigencia de 16 años. Al cabo de seis años habría una revisión para determinar si el acuerdo requería alguna actualización o modificación. En ese momento se resolvería una nueva vigencia de 16 años o si el pacto podría expirar.

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