Por TAMI ABDOLLAH
WASHINGTON
Agencia (AP)
Primero fue la noticia que una empresa estatal china ayudó a construir un proyecto en Indonesia que incluirá un hotel y campo de golf con la marca Donald Trump. Días después, el Presidente tuiteó que su gobierno mitigará las sanciones sobre un fabricante chino de teléfonos celulares acusado de espionaje. “Demasiados empleos perdidos en China”, escribió.
Los cancerberos éticos y los adversarios políticos dijeron que es un caso flagrante en que Trump cambia favores a sus negocios por cambios en la política del gobierno, justamente la situación que habían previsto que sucedería cuando el magnate inmobiliario se negó a deshacerse de sus enormes intereses empresariales.
Dicen que esta clase de acuerdos se volverán normales y sin frenos, gracias a un Congreso de mayoría republicana, juicios que duran años y una opinión pública poco interesada en una ignota disposición constitucional que prohíbe al Presidente recibir emolumentos es decir, beneficios de gobiernos extranjeros sin aprobación del Legislativo.
“Es un tema que parece altamente técnico y complejo y es difícil vincular con la vida cotidiana”, dijo el senador demócrata Richard Blumenthal, quien encabeza una demanda por emolumentos iniciada por unos 200 legisladores.
“Pero cuando uno vuelve a la razón de la cláusula de emolumentos, que es la de prevenir conflictos de interés para que el Presidente actúe solamente en beneficio de Estados Unidos, no de sus propios intereses, la gente debería comprender que su aceptación de los beneficios compromete sus prioridades”, dijo Blumenthal.
Estas preocupaciones acosan a Trump desde el día de su juramentación. Su hotel en Washington, a pocas cuadras de la Casa Blanca, se ha convertido en un imán para los gobiernos extranjeros que buscan ejercer influencia sobre su gobierno, entre ellos grupos vinculados con Kuwait, Bahréin, Turquía, Malasia y Arabia Saudí. Su balance financiero la semana pasada revela que el hotel tuvo ingresos superiores a los 40 millones de dólares el año pasado. Para atemperar los temores, Trump prometió entregar al Tesoro las ganancias de los alojamientos extranjeros en sus hoteles, que sumaron 151 mil 470 dólares. La empresa se negó a revelar cómo calculó esa cifra.
Según una encuesta nacional de la Universidad de Quinnipiac en marzo, el 57% de los estadounidenses creen que Trump no es honesto. Sin embargo, su tasa de aprobación en la misma encuesta el mes pasado fue de 41%, la más alta de su presidencia.
Shana Gadarian, psicóloga política de la Universidad de Syracuse, dijo que los que siguen la política tienden a ser partidistas y no prestar atención a la información que contradice sus creencias.
“En la medida que a uno le gusta este gobierno”, dijo, “bien puede decir que es la manera como funcionan los negocios. No es motivo de preocupación”.