Por Angel Alberto González
Caracas
Agencia (dpa)
Asediada por un posible embargo de sus activos en el exterior, con su producción en caída libre, problemas de liquidez y escándalos de corrupción, la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA), que otrora fuera la joya de la corona en su país, encara un panorama marcado por la incertidumbre.
La política petrolera es un elemento crucial para un país que depende de las exportaciones de crudo y que tiene las mayores reservas de crudo del mundo como Venezuela, que este domingo celebrará unas elecciones presidenciales en las que el mandatario socialista, Nicolás Maduro, buscará la reelección.
En plena campaña electoral, el tema petrolero volvió a saltar a la palestra tras conocerse que la Cámara Internacional de Comercio (CIC) falló en favor de la petrolera estadounidense ConocoPhillips por una nacionalización unilateral de sus activos en Venezuela en 2007 tras aprobarse una nueva Ley de Hidrocarburos.
La decisión obliga a PDVSA a pagar 2,040 millones de dólares en compensación a ConocoPhillips, la tercera mayor petrolera del mundo.
Tras conocerse este dictamen, Conoco-Phillips decidió iniciar acciones legales que abren la posibilidad de incautar los activos de PDVSA en el exterior, comenzando por varias refinerías e instalaciones en el Caribe, en caso de que no quiera -o no pueda- cancelar la deuda.
Maduro, quien ha denunciado la existencia de un “bloqueo financiero” contra su país por parte de Washington, ha guardado un cauteloso silencio ante el caso de Conoco.
El analista petrolero y exgerente de PDVSA José Toro Hardy advirtió que la situación actualmente es “dramática” y señaló que el declive de la estatal comenzó con la llegada al poder del fundador de la llamada Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, quien apostó a una política nacionalista en la que PDVSA tenía la mayoría accionaria de los campos petroleros.
Como parte de esta política, Chávez modificó la mencionada Ley de Hidrocarburos y nacionalizó las operaciones de las empresas extranjeras. La mayoría de estas compañías aceptaron las nuevas condiciones, pero Exxon y Conoco optaron por el arbitraje.
Previamente, Chávez enfrentó un paro petrolero por parte de la oposición y de la nómina de PDVSA que denunciaba los intentos de politizar la empresa, que derivó en el despido de 20 mil técnicos y profesionales que representaban el cerebro de la industria.
Toro Hardy lamentó que este hecho marcara el comienzo de la «desprofesionalización» de PDVSA, que desde el año 2003 se convirtió en un brazo de la revolución y progresivamente experimentó una caída de su producción y la operatividad en sus refinerías.
De esa manera, Venezuela pasó de producir 3,5 millones de barriles de petróleo diarios en 1999, cuando Chávez asumió el poder, a 2,5 millones cuando el líder bolivariano murió en marzo de 2013 como consecuencia de un cáncer.
Pese a esto, Venezuela, donde la gasolina es tan barata que cuesta menos llenar el tanque de un automóvil que comprar un café, nunca sufrió una caída de sus ingresos fiscales, ya que en ese período de tiempo el precio del barril ascendió de los 20 dólares hasta superar los 100 dólares, algo que compensó cómodamente la caída de los volúmenes de producción.
Sin embargo, poco después de la llegada a la presidencia en 2013, Maduro tuvo que hacer frente a la tormenta perfecta, es decir, una depresión en el mercado petrolero que hundió los precios hasta rondar los 20 dólares entre 2014 y 2017.
Toro Hardy señaló que la escasez de divisas ha causado que PDVSA se encuentre en una situación de «default (impago) selectivo», ya que se ha negado a cancelar parte de la deuda que mantiene con sus proveedores de servicios, quienes a su vez cerraron sus operaciones en Venezuela, lo que contribuyó al declive de la producción.
La caída de los ingresos en divisas también obligó al Gobierno a recortar sustancialmente las importaciones de alimentos y medicinas, lo que ocasionó un cuadro de escasez constante de productos en los supermercados venezolanos.