
Brasilia
AGENCIA/dpa
El presidente de Brasil, Michel Temer, celebró la aprobación de la controvertida reforma laboral impulsada por su Gobierno como una «victoria en la lucha contra el desempleo».
«Aprobamos una de las reformas más ambiciosas de los últimos 30 años», dijo Temer después de que el Senado brasileño aprobase a última hora la reforma, tras una jornada cargada de tensiones en la Cámara alta.
La reforma, que flexibiliza las condiciones laborales y resta poder a los sindicatos, contó con el apoyo de 50 senadores, frente a 26 votos en contra.
Varias senadoras, lideradas por la nueva presidenta del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), Gleisi Hoffmann, intentaron frenar la votación ocupando durante varias horas la mesa del presidente del Senado, Eunício Olivera.
Éste mandó apagar las luces de la sala en represalia y amenazó con trasladar la votación a otro recinto.
«Ningún derecho menos, muchos empleos más», celebró luego Temer, justo cuando su Gobierno está sumido en una grave crisis por una denuncia de corrupción contra él.
La ex presidenta Dilma Rousseff, defenestrada el año pasado en un controvertido juicio de «impeachment» apoyado por el conservador Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) de Temer, criticó la reforma laboral como un retroceso para los derechos laborales.
«Brasil está de luto», escribió Rousseff en su cuenta de Twitter. «Después de 74 años de conquistas, por 50 votos, el Senado impone una derrota a los trabajadores», agregó la ex líder del PT.
El Senado rechazó también varias enmiendas contra los cambios más polémicos de la reforma, para evitar que el texto vuelva a la Cámara de Diputados.
La reforma es fuertemente criticada por varios sectores sociales y gran parte de la población.
Los cambios, para los que el Gobierno de Temer cita las reformas laborales realizadas en los últimos años en España como inspiración, permitirán la terciarización del trabajo y darán prioridad a acuerdos directos con los trabajadores por encima de la legislación, entre otras medidas.
También facilita la extensión de la jornada laboral y resta poder a los sindicatos en negociaciones colectivas.
La reforma es uno de los proyectos estrella de Temer para intentar superar la recesión, que condujo a una contracción del 7,4 por ciento del producto interno bruto (PIB) brasileño en los dos últimos años.
Las élites empresariales apoyan los ajustes, que consideran necesarios para reducir trabas burocráticas y reactivar la producción en la primera economía de América Latina.