Los negocios céntricos de las ciudades, acostumbrados a depender de los oficinistas, que desayunaban, almorzaban y compraban cosas en la zona, corren peligro de muerte al prolongarse el teletrabajo debido a la pandemia del COVID-19.
Algunos ya cerraron y los que sobreviven apelan a todo tipo de medidas para atraer clientes: Tratan de vender por la internet, cambian sus horas y la cantidad de personal, e incluso lo que ofrecen al cliente. Otros apuestan a los residentes de la zona, suponiendo que haya gente que vive en ese barrio.
Es una dinámica que se repite en las ciudades de todo el mundo.
Muchos negocios pensaban que ya habrían reabierto para esta altura del año. Pero al prolongarse las restricciones y las empresas postergar sus planes de volver a la oficina como consecuencia de nuevos brotes del coronavirus, los negocios céntricos se dan cuenta de que los ajustes hechos a título temporal pueden terminar siendo permanentes.
En el centro de Detroit, por ejemplo, la tintorería de Mike Frank se estaba quedando sin dinero y sus días parecían contados.
Frank abrió Clifford Street Cleaners hace ocho años. Antes de la pandemia, ingresaban unos 11.000 dólares mensuales, pero en diciembre del año pasado, tras el cierre de las oficinas, generó apenas 1.800 dólares.
Frank tuvo que pedirle dinero prestado a su esposa para pagar las cuentas. «Casi me veo obligado a cerrar», contó.
En lugar de cerrar, trató de adaptarse a los nuevos tiempos. Usó parte de su local para vender artículos como pasta de dientes, jabón para la ropa, shapoo, agua embotellada, gaseosas y otros productos básicos. Empezó a hacer entregas a domicilio, de ropa y de artículos.
Finalmente, la gente empezó a volver. Entre las ventas de artículos y la limpieza, genera unos 4.100 dólares al mes, según contó. Suficiente para mantenerse a flote. Y esa cifra aumenta todos los meses.
En el Bajo Manhattan, una zona de muchas oficinas, en la que se encuentra el distrito comercial, 224 negocios cerraron entre el 2020 y el 2021, según la Alliance for Downtown New York (Alianza del Centro de Nueva York). Abrieron unos 100.
Lappin pronostica que los oficinistas regresarán, pero solo dos o tres días a la semana y en distintos días y turnos.
A una cuadra de Wall Street, la gente hacía cola en la entrada de Blue Park Kitchen.
Las compras por la internet representan el 65% de los ingresos, aunque generan menos dinero porque las aplicaciones usadas para hacer los pedidos se llevan una tajada.
Cerca de allí, Aankit Malhotra adquirió el restaurante de comida india Benares con su hermano en el 2019. Cuando estalló la pandemia, desaparecieron los empleados bancarios que iban por sus menús de 13 dólares. En el pasado, los almuerzos generaban el 95% de sus ingresos.
Ahora Benares recibe unos 10 pedidos de almuerzos diarios, comparado con los 100 de antes de la pandemia. Pero los residentes de la zona mantienen a flote a los dos hermanos, agradecidos de que sigan cumpliendo el mismo horario de siempre: de 10.30 de la mañana a 11 de la noche.
La actividad es un 70% lo que era antes de la pandemia e incluye ahora entregas a domicilio y cenas. En lugar de oficinistas, atrae gente joven y familias del vecino complejo residencial Battery Park City.
Jorge Guzmán, profesor adjunto de administración de empresas de la Columbia University, cree que los cambios de los negocios céntricos son permanentes.
En Londres, los empleados han estado regresando a sus oficinas a medida que el gobierno levanta las restricciones asociadas con el COVID-19.
Pero el movimiento del centro ni se aproxima a lo que era antes de la pandemia y a numerosos negocios les está costando sobrevivir.
«Todo iba muy bien antes de la pandemia», comentó Rado Asatrian, quien trabajó en la peluquería Man-oj del sector financiero por seis años. Antes de la pandemia atendía de 10 a 15 clientes diarios. Ahora tiene suerte si ve a tres o cuatro.
Agregó que considera buscar un local en otro sitio con más movimiento, cambiar de ramo o irse de Inglaterra.
Hay ciudades en las que todavía no regresan los oficinistas, pero sí aumentan los turistas.
En Atlanta, el Kwan’s Deli and Korean Food tiene el mismo movimiento que en el verano boreal pasado, según Andrew Song, hijo de los propietarios del sitio, gracias a los turistas que van al Georgia Aquariun y a los eventos de un centro de convenciones vecino.
La variantes delta, sin embargo, está generando inquietud. Song dice que escuchó que algunos negocios cerraron o se achicaron.