Los estadios quedaron en algunos casos inconclusos y sin un objetivo claro. Foto La Hora/AFP
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Recién levantados y con un diseño moderno… ¿pero casi inútiles? Los estadios construidos para la Copa de Asia, que debía disputarse en China en 2023, se convierten de repente en un lastre que acentúa la crisis del fútbol chino.

Diez ciudades chinas gastaron miles de millones de euros para poner en pie ocho nuevos estadios y renovar otros dos, pensando en esa Copa de Asia de 2023. La mayoría estarán terminados para finales de este año, pero el pasado fin de semana China renunció a organizar el evento por la pandemia del covid-19.

«La Copa de Asia (…) era únicamente el preludio a una candidatura para la organización de un Mundial», declaró a la AFP Simon Chadwick, director del Centro Deportivo Euroasiático de la EM Lyon Business School, en Francia.

«Pero las ambiciones futbolísticas de China parecen haber volado en pedazos», sentencia.

IMPULSO FUERTE

En Pekín, grandes paneles promocionaban la Copa de Asia alrededor de las obras del Estadio de los Trabajadores.

Este recinto histórico fue demolido para ser reconstruido. El coste de esta nueva cara es de 460 millones de euros (486 millones de dólares).

«Con Copa de Asia o sin ella, se terminará este estadio como estaba previsto», indica a la AFP uno de los trabajadores.

Las restricciones del COVID-19 influyeron en que China perdiera el impulso por las edificaciones. Foto La Hora/AFP

PANORAMA CLARO

China, aislada en los últimos años por su estrategia contra el covid-19, no será en principio sede en la próxima década de ningún gran evento deportivo, ya que los anfitriones fueron ya decididos, y el fútbol chino está en crisis.

Los mejores jugadores han abandonado los clubes a medida que los salarios iban disminuyendo. Los equipos asisten a una hemorragia con la marcha de figuras y entrenadores extranjeros, cansados de las restricciones contra el covid.

Algunos de los recintos deportivos, como el futurista Egret Stadium en la ciudad costera de Xiamen han sido edificados en ciudades que no cuentan con clubes de primer nivel que sean capaces de utilizarlos a corto plazo.

 

«ELEFANTES BLANCOS»

Los estadios situados en ciudades «relativamente pequeñas» son «los más susceptibles de convertirse en elefantes blancos», estima William Bi, un asesor deportivo que vive en Pekín.

«Con la economía en repliegue, me sorprendería que se gasten millones para crear clubes que merezcan un estadio de este tamaño», subraya.

El término ‘elefante blanco’ designa popularmente a una infraestructura costosa que luego es poco utilizada, lo que supone un lastre financiero para sus responsables locales.

China apuntaba a organizar la Copa Asia y con ello generar expectativa sobre su capacidad para un Mundial. Foto La Hora/AFP

PANDEMIA FRENÓ AVANCES

La mayor parte de los nuevos estadios están concebidos como complejos que pueden también acoger conciertos, pero las restricciones actuales contra la pandemia han supuesto un durísimo golpe también para el sector del espectáculo.

El frenesí por la construcción de estadios comenzó después de que magnates del sector inmobiliario comenzaran a comprar participaciones en los clubes de fútbol.

Una docena de clubes de la primera división, de los dieciocho del total, están actualmente financiados por grupos inmobiliarios. Sin embargo, el sector está ahora en crisis y muchos promotores están con deudas.

SIN APOYO POLÍTICO

En Cantón, los responsables locales han tenido que asumir las obras del estadio por los problemas del promotor Evergrande, propietario del Guangzhou Evergrande.

El recinto debía tener inicialmente forma de flor de loto y tener capacidad para 100.000 personas, pero se revisaron los planes a la baja.

«Invertir en el fútbol es una medio eficaz para que los promotores tengan apoyo político», según Simon Chadwick.

«Pero todas estas turbulencias parecen haber cortado ese lazo entre fútbol y sector inmobiliario. Lo que genera preguntas sobre el futuro del fútbol chino», analiza.

 

UN SUEÑO QUE NO SE HIZO REALIDAD

El sueño del presidente Xi Jinping de convertir a China en una «potencia» del fútbol capaz de organizar y ganar un Mundial parece muy lejano.

China ha sido sede en las últimas décadas de grandes eventos deportivos (Juegos Olímpicos de verano y de invierno, Fórmula 1, Mundiales de atletismo, de básquetbol y de otros deportes), pero esa estrategia deportiva también se ha frenado en seco por el covid.

Con la excepción de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de invierno, en Pekín a principios de este año, China ha cancelado casi todos los eventos que debía acoger desde que estalló la pandemia del covid-19.

Los Juegos Asiáticos de Hangzhou acaban de ser aplazados. El nuevo Mundial de Clubes ampliado debía disputarse en China en 2021, según la idea de la FIFA, pero ese proyecto fue retrasado y por el momento no hay planes concretos.

«Acoger un Mundial ya no es la principal prioridad de los dirigentes chinos hoy» ante la situación económica y sanitaria, señala Bo Li, profesor de gestión del deporte en la Universidad Miami (Estados Unidos).

Ahora china enfrenta la problemática de contar con estadios que no albergarían eventos de trascendencia. Foto La Hora/AFP
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