Después del revuelo de la última semana, Krystsina Tsimanouskaya se siente segura al fin.
La velocista olímpica bielorrusa, quien encontró refugio en Polonia para evitar un castigo en su país tras criticar a los dirigentes de la delegación en los Juegos de Tokio, dice que ahora su esperanza gira en torno a alcanzar la concentración necesaria para seguir adelante en su carrera atlética.
Entrevistada el miércoles por The Associated Press en el Centro Olímpico de Varsovia, la atleta de 24 años afirmó que ha pedido ya ayuda a funcionarios polacos para reanudar sus entrenamientos.
«La vida cambió en un día, y ahora estamos comenzando de cero en un nuevo país», refirió, al lado de su esposo Arseni Zdanevich. «Prevemos permanecer en Polonia y continuar nuestras carreras acá.
«Hemos acudido al Ministerio de Deportes y a la selección nacional de atletismo de Polonia, para plantear asuntos relacionados con un entrenador, un equipo y un lugar en el que yo pueda entrenar y muchos temas relacionados con la continuación de mi carrera deportiva aquí en Polonia».
Tsimanouskaya enfatizó que ella y su marido de 25 años, entrenador de atletismo con quien ha trabajado, consideran que sería un desperdicio abandonar un programa de entrenamiento en línea que lanzaron en Bielorrusia.
«Teníamos muchas ideas. Planificamos esto hasta el más mínimo detalle», afirmó Tsimanouskaya. «Hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo a esto, y nos gustaría continuarlo».
La velocista dijo que tanto ella como su esposo se sienten seguros en Polonia, adonde llegaron por separado la semana anterior, con visas humanitarias.
«Definitivamente estamos seguros ahora, porque estamos bajo protección», recalcó.
La atleta recordó los momentos aterradores y confusos cuando pidió el auxilio de la policía japonesa en el Aeropuerto Internacional Narita de Tokio. Dirigentes bielorrusos la forzaban en ese momento a abandonar de manera anticipada los Juegos Olímpicos para regresar a casa.
«Ellos no entendían al principio qué me estaba pasando», dijo la deportista acerca de los policías. «Pensaron que yo estaba enferma o extraviada o algo. Y entonces escribí que me estaban sacando a la fuerza del país y que yo no quería que eso pasara».
Usó su teléfono para traducir el pedido desesperado de ayuda, después de que su abuela le advirtió que no debía regresar a Bielorrusia.
El drama comenzó después de que Tsimanouskaya criticó a los dirigentes deportivos bielorrusos. En Instagram, lamentó que la hubieran puesto a competir en el relevo de 4×400, una prueba que jamás había disputado.
Luego, se le prohibió competir en los 200 metros y se le pidió empacar sus pertenencias. En su país, se desató una oleada de críticas en los medios estatales, lo que agravó los temores de Tsimanouskaya sobre una posible represalia si volvía.
Después de ver que había usado las aplicaciones de Google para traducir su pedido de ayuda a la policía japonesa, un funcionario bielorruso preguntó qué pasaba. La atleta le dijo que había olvidado algo en la villa olímpica, por lo que debía volver.
Tsimanouskaya describió la sensación de seguridad que percibió finalmente, después de que las autoridades japonesas la llevaron lejos de los funcionarios bielorrusos.
«Pienso que me sentí ya segura en el aeropuerto cuando estuve con la policía», relató. «Me di cuenta de que la policía me protegería y de que mi vida no estaba en peligro. Me escoltaban constantemente. Me sentí nerviosa y a veces las manos me temblaban, pero yo no diría que me sentí insegura. El único lugar que no resultaba seguro para mí era Bielorrusia».
El problema llamó la atención del mundo sobre el ambiente en Bielorrusia, donde las autoridades han reprimido a la disidencia, luego que el presidente Alexander Lukashenko resultó elegido para un sexto periodo en los comicios del 9 de agosto de 2020.
La oposición y Occidente han denunciado varias irregularidades en esas elecciones.
Estallaron protestas masivas en Bielorrusia, cuyas autoridades respondieron arrestando a más de 35.000 personas y golpeando a miles. Las represalias han continuado en los meses recientes, con allanamientos en cientos de oficinas y viviendas de periodistas independientes, activistas o cualquier persona que no se considere leal al gobierno.
Lukashenko, quien ha gobernado Bielorrusia con puño de hierro durante 27 años, afirma que sus opositores sirven a los intereses de Occidente. El lunes, cuando se le preguntó por el caso de Tsimanouskaya durante una maratónica conferencia de prensa, afirmó que «ella no habría hecho lo que hizo si no la hubieran manipulado».
Tsimanouskaya dijo que se había mostrado apolítica antes de los problemas en Tokio. Deliberadamente se había negado a firmar pedidos que desafiaban a las autoridades, ante el temor de que ello pusiera en riesgo a su marido y a sus padres.
Dijo que había tenido problemas con los dirigentes deportivos después de publicar en Instagram un mensaje contra la violencia. Se le dijo que sería expulsada de la delegación deportiva nacional si reincidía.
Al enterarse de lo ocurrido en el aeropuerto de Tokio, el esposo de Tsimanouskaya decidió mudarse a Polonia. Antes de ello, habló con los padres de ambos.
«Luego de consultarlos, decidimos que era peligroso regresar a Bielorrusia por el momento», dijo. «Y decidimos que yo seguiría a mi esposa para apoyarla en un nuevo país y para construir una carrera deportiva en Polonia. Ya saben, yo estaba más preocupado por mi esposa que por mí mismo. Creía que podían usarme para dañarla de algún modo».
Tsimanouskaya y Zdanevich dijeron que extrañarán a sus padres. Sin embargo, hablaron con ellos mediante Zoom y esperan que puedan visitar Polonia algún día.
Debieron dejar a su perro y a su gato en su apartamento en Minsk, la capital de Bielorrusia, en vista de que Zdanevich tuvo que apresurar la salida. Han pedido a vecinos y amigos que se hagan cargo de los animales.
La atleta espera también resolver un problema con eBay, que anuló todas las ofertas cuando trató de subastar una medalla de plata que ganó en 2019, a fin de recaudar dinero para ayudar a los deportistas bielorrusos castigados por sus opiniones políticas.
«Me privaron de una oportunidad de participar en los Juegos Olímpicos en mi evento y, en términos efectivos, eBay me negó la oportunidad de ayudar a los deportistas», dijo Tsimanouskaya, quien confió en que la empresa corrija y permita la subasta.
Expresó también su esperanza de que Bielorrusia se convierta algún día en una democracia.
«Confío en que llegue pronto un tiempo en que Bielorrusia sea libre. En que su gente tenga libertad de expresión», comentó.