El argentino Diego Schwartzman festeja tras ganar su partido de cuartos de final del Abierto de Francia ante el austríaco Dominic Thiem, en París. Foto la hora: Alessandra Tarantino/AP

Por HOWARD FENDRICH y JEROME PUGMIRE
PARÍS
Agencia (AP)

Diego Schwartzman tuvo que jugar contra el viento y la lluvia, hasta que anocheció, ante Dominic Thiem, disputando un total de 376 puntos a lo largo de 5 horas y 8 minutos. Tenía muy claro que nunca había ganado un partido de tenis de semejante magnitud.

Y así, mientras dejaba escapar sets la noche del martes, Schwartzman no paraba de airear su fastidio y rabia, gritándose a él mismo o hacia sus coaches.

«Estoy desquiciado», llegó a gritar el argentino en un momento. «Estoy haciendo todo bien y no sale», añadió en otro.

Pero dio con la tecla justo a tiempo. Tras quedar a dos puntos de la derrota ante el reciente campeón del Abierto de Estados Unidos y dos veces finalista en Roland Garros, Schwartzman reaccionó, volteó el partido a su favor y lo ganó 7-6 (1), 5-7, 6-7 (6), 7-6 (5), 6-2, llevándose los últimos cuatro juegos ante un agotado austríaco.

Schwartzman, de 28 años, se presentó con foja de 0-3 en los cuartos de final de las grandes citas. Reconoció que ello le abrumaba.

«Estaba muy nervioso», dijo. «Palpitaba la oportunidad».

El nerviosismo de Schwartzman fue palpable durante algunos pasajes. No podía creer cuando la jueza de silla Louise Azemar Engzell pareció equivocarse con una decisión en el primer set. Le reclamó poco después que no podía parar el partido, pese a una llovizna, diciéndole que desde la silla no podía determinar si debía jugar o no.

Fue un partido brutal, en el cual más de 100 puntos precisaron de por lo menos nueve golpes — frecuentemente sobre los 20 o hasta 30 tiros. Por más que sea tan ágil al desplazarse en el fondo, Schwartzman ofreció lo mejor al aproximarse a la red, ganando el punto en el 62% de las ocasiones que subió.

El saque de Schwartzman es su punto débil, el impedimento para tener más éxito. Aunque cedió nueve de sus juegos de servicio, lo compensó con una de sus mejores virtudes — la devolución — y quebró 10 veces el saque de Thiem.

Su noveno rompimiento puso a Schwartzman arriba 4-2 en el quinto cuando Thiem dejó un revés en la red. Uno más marcó el punto final.

Thiem llegó con marca de 17-1 en las citas de Grand Slam este año, incluyendo su avance a la final del Abierto de Australia en febrero. También había ganado 26 de sus últimos 30 compromisos en Roland Garros, todas las derrotas ante Rafael Nadal o Novak Djokovic.

Pero todo el esfuerzo de Thiem durante las últimas cinco semanas en Nueva York y París, incluyendo un envite de cinco sets en su anterior partido, pasaron factura en las piernas y la mente.

De entrada ante el argentino, Thiem procuró abreviar puntos con mediocres «drop shots».

Schwartzman tomó ventaja varias veces, pero se dejaba remontar siempre por culpa de sus propios errores.

Ganaba 5-4 el segundo set, y estuvo a dos puntos de llevárselo. No pudo.

Sacó para ganar el tercero, arriba 5-3, pero se dejó quebrar sin conseguir un solo punto tras cuatro errores no forzados. Luego, con ventaja 5-4, dispuso de otra bola de set. Y no pudo convertir.
Estuvo al frente 5-4 en el cuarto, con tres bolas de set al sacar con ventaja 5-4. Tampoco pudo capitalizar.

Sin embargo, Thiem tampoco pudo llegar a la meta. Se puso dos veces a un par de puntos de la victorias, al quedar arriba 6-5 en el cuarto set y nuevamente con un 5-5 en el desempate del mismo

Schwartzman se medirá con Nadal, 12 veces monarca del Abierto de Francia, quien derrotó 7-6 (4), 6-4, 6-1 al italiano de 19 años Jannik Sinner, en un duelo que terminó a la 1:30 de la madrugada.

Una reportera le preguntó a Schwartzman si quedaría despierto para ver el duelo Nadal-Sinner, que comenzó pasadas las 10.30 de la noche.

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