Por ERIC NÚÑEZ y JEROME PUGMIRE
PARÍS
Agencia (AP)

Inexorablemente, toda mujer argentina que compite en el circuito profesional de tenis tiene que responder a una pregunta sobre Gabriela Sabatini.

Eso lo que ha le ocurrido a Nadia Podoroska en la que por lejos ha sido la semana más fulgurante de su carrera. El rostro se le iluminó con la admiración que sentía.

De superar la fase clasificatoria y estar fuera de las 100 primeras del ránking, Podoroska se codea en los octavos de final de este Abierto de Francia, apenas la segunda ocasión que logra tomar concurso en el cuadro principal de un Grand Slam. Han transcurrido nueve años desde la última vez que una argentina había alcanzado esa ronda en las grandes citas, con Gisela Dulko igualmente en Roland Garros.

Pendiente del partido en la Cancha 14, Sabatini se apuró a aplaudir a su compatriota en Twitter: «Partidazoooo!!! Vamoooossss», escribió la campeona del Abierto de Estados Unidos de 1990.
Sabatini es la referente indeleble del tenis argentino, por una exitosa carrera entre mediados de los 80 y los 90 que la llevó a ser la número tres del mundo, ganar dos veces el torneo de Maestras y colgarse la medalla olímpica de plata de Seúl 1988.

Se retiró a fines de 1996, unos cuantos meses antes que Podoroska naciera en Rosario.
«Es una heroína para mí y para todas las mujeres tenistas», dijo Podoroska sobre Sabatini, a quien conoció personalmente recién este año en un torneo en Buenos Aires. «Siempre está en contacto con las jugadoras en Argentina, con el equipo de Fed Cup, siempre dando su aliento».

Al dar sus primeros pasos como profesional, Podoroska se convirtió en la segunda argentina más joven en sumar puntos para el ránking, con 14 años y nueve meses, apenas cuatro meses más que el récord de Sabatini. Tenía 19 años cuando debutó en el cuadro principal de un grande, superando la fase previa del US Open de 2016. Cerró esa temporada dentro del Top 200.

Pero no volvió más al entramado de lujo de un Slam hasta al actual otoño de París.
¿Por qué un paréntesis de cuatro años?

Eso lo justifica por un martirio de diversas lesiones y también por la pérdida de confianza. Radicándose en Alicante, España, empezó a resurgir el año pasado, cuando ganó el oro del torneo de individuales de los Juegos Panamericanos de Lima.

«No siento vértigo», resumió el viernes para describir su actitud tras derrotar 6-3, 6-2 a la eslovaca Anna Karolina Schmiedlova.

De abuelos ucranianos, Podoroska creció en un barrio de clase media alta en Rosario, donde sus padres son dueños de una farmacia.

Cree que el parón del circuito por la pandemia le sirvió para entrenar y consolidar su juego.
Si se contabilizan sus resultados en todos los niveles, incluyendo partidos de clasificación y certámenes ITF, mantiene una racha de 11 victorias. Totaliza 20 triunfos y tres derrotas desde la reanudación de la gira a inicios de agosto, jugando siempre en superficie de arcilla.

Ya tiene garantizado situarse dentro del Top 100 del ránking y se irá de París con un cheque que por lo menos excederá los 200.000 dólares como premio.

«Todo esto me ayuda a estar más tranquila yo y mi equipo también, para poder seguir entrenando y mejorar», dijo entre risas al explicar que así podrá pagarle el sueldo a su equipo. «Hasta hace poco no tenía esa seguridad de hacerlo».

Irá por más el domingo contra la checa Barbora Krejcikova, la 114 del mundo.
«Estoy contenta por cómo estoy jugando y viviendo estas nuevas experiencias, pero mi idea es seguir como lo estoy haciendo y ver hasta dónde puedo llegar», apuntó.

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