Por JENNA FRYER
INDIANÁPOLIS
Agencia (AP)
El cisma que parecía irreparable entre las dos series principales del automovilismo en Estados Unidos se ha borrado al menos provisionalmente. El resultado es un evento inusitado en el Indianapolis Motor Speedway, al que paradójicamente no podrán ingresar los aficionados.
La Cup Series, máxima categoría de la NASCAR compartirá su escenario con la IndyCar en el mismo fin de semana por vez primera.
La doble cartelera fue forzada por las numerosas alteraciones de calendario que se hicieron necesarias ante la pandemia de coronavirus. Aun así, constituye un paso importante para que las organizaciones del deporte motor conformen un frente unido.
«Todos somos competidores en las carreras. Queremos correr para tener éxito», dijo Kevin Harvick, líder actual de la temporada de la NASCAR y quien se impuso en la carrera Brickyard el año pasado. «Sé que en cierto modo es como si hubiera existido un estigma durante años sobre la gente de la IndyCar y de la NASCAR. Pero los pilotos son pilotos. Todos quieren ver una buena carrera y ser parte de un evento atractivo».
La fractura entre las dos series se remonta por lo menos a 1954, cuando Bill France Sr., fundador de la NASCAR, recibió una notificación del Indianapolis Motor Speedway. El autódromo supuestamente le ordenó abandonar las instalaciones.
France trabajaba ya en su propia gran pista de carreras, la Daytona International Speedway, y prometió que competiría con Indianápolis.
La batalla había comenzado, y ninguna de las partes tenía deseo alguno de construir una relación funcional.
IndyCar, llamada CART en su época de mayor gloria, llegó a ser más grande que la NASCAR. Pero se dividió a mediados de la década de 1990, cuando Tony George creó su propia serie.
Ello abrió la puerta para que la NASCAR aprovechara que los aficionados quedaron confundidos y divididos entre la CART y la Indy Racing League.
La popularidad de la NASCAR creció de manera explosiva y rebasó a la de sus rivales.
Al paso de los años, la NASCAR comenzó a realizar una carrera anual en Indianápolis. La relación entre las dos series ha mejorado.
Jay Frye, quien pasó décadas trabajando en la NASCAR, es ahora presidente de la IndyCar. Steve Phelps, apenas el quinto presidente en la historia de la NASCAR, jamás ha emprendido algún tipo de venganza contra la otra serie.
Hay algo más importante. Roger Penske, el titán del automovilismo en Estados Unidos, es ahora dueño de la IndyCar y de su autódromo en Indianápolis. Cuenta con el poder para negociar un fin de semana como éste.
Cuando la pandemia abrió una serie de huecos en los calendarios de las dos series, Penske logró acomodar la carrera de la IndyCar, prevista originalmente para mayo, a fin de que compartiera el fin de semana con la NASCAR.
La IndyCar abrirá el espectáculo el sábado, con su segundo evento de la temporada. La Xfinity Series, segunda categoría de la NASCAR, debutará ese mismo día, en la misma pista interior del autódromo.
La Cup Series realizará su competición el domingo, en el óvalo exterior de 2,5 millas.
Las restricciones por el coronavirus implican que las escuderías y pilotos de las dos series no se entremezclarán. Usarán diferentes entradas a las pistas y trabajarán en garajes distintos.