BOGOTÁ
Agencia (AP)
Colombia volvió a quedarse sin una Copa Mundial de fútbol.
La ilusión de organizar el primer Mundial femenino en Sudamérica tendrá que esperar, pero el revés abre el compás para una mejora de las condiciones laborales de las jugadoras en Colombia. Y para darle mayor impulso a su liga femenina.
Treinta y cuatro años después de renunciar a la sede del Mundial de 1986 por cuestiones económicas, Colombia perdió ayer por amplio margen una votación por la de la cita femenina de 2023. La candidatura conjunta de Australia y Nueva Zelanda emergió triunfante 22-13 en la consulta de la FIFA. Obtuvo los cuatro votos de la CONMEBOL y nueve de la UEFA.
El proyecto de Colombia no recibió buenas calificaciones en la evaluación de las candidaturas que se publicó el mes pasado, quedando rezagada como opción comercial. Australia-Nueva Zelanda era la que ofrecía menor riesgo y recibió una puntuación de 4,1 de un máximo de 5. Colombia obtuvo un 2,8.
El fútbol femenino de Colombia no tiene mayor respaldo. La actividad se reduce a sólo tres meses y las futbolistas desean que sea más extensa.
No fue sino hasta 2017 cuando se disputó un primer campeonato profesional. El Atlético Huila de Neiva triunfó en la edición de 2018 y se adjudicó la Copa Libertadores en 2019.
Las jugadoras presionaron a la federación local y a la liga profesional Dimayor para que se programara el torneo de este año. Sólo accedieron ante la exigencia del gobierno en medio de denuncias de acoso sexual y discriminación.
Pese a las dificultades generadas por la pandemia de coronavirus, el ministro del Deporte Ernesto Lucena anunció que la competencia femenina se pondrá en marcha en septiembre, luego de la reanudación de la temporada masculina.
Las futbolistas y sus entrenadores prometieron seguir adelante pese al resultado adverso.
Conseguir la sede mundialista hubiera sido un gran empuje al desarrollo.
También se requiere un roce internacional más exigente.