Por Cecilia Caminos
Buenos Aires
Agencia (dpa)
La final de la Copa Libertadores de fútbol entre Boca Juniors y River Plate se jugará con público visitante pese a la prohibición que existe en Argentina desde 2013, anunció hoy el presidente de ese país, Mauricio Macri.
«Acordamos que sí vamos a permitir que vaya público visitante. Es una decisión tomada entre la nación y la ciudad» de Buenos Aires, afirmó Macri en declaraciones a radio La Red, tras una reunión en la mañana con sus funcionarios de seguridad sobre el histórico «superclásico».
El Presidente informó que la ministra nacional de Seguridad, Patricia Bullrich, y el ministro de Justicia y Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, informarán mañana de qué manera se organizará el operativo para evitar hechos de violencia entre las dos hinchadas más populares de la Argentina. Se estima que podrán ingresar 4,000 aficionados visitantes a cada partido de la final.
«Lo que vamos a vivir los argentinos en unas semanas es una final histórica. También una oportunidad de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz», expresó el mandatario.
El Presidente subrayó que «esta final nunca se va a volver a repetir porque el año que viene la final se va a jugar en un solo partido y en un estadio neutral en otro país».
«Esta oportunidad histórica la tenemos que inmortalizar con un espectáculo completo y completo es que haya hinchada visitante», remarcó.
En el mismo sentido se manifestó hoy el técnico de River Plate, Marcelo Gallardo: «Lo que quiero transmitir es un mensaje de paz, más allá del hecho histórico de enfrentarnos con el rival de toda la vida en un acontecimiento único».
Gallardo consideró que «debería ser normal» que los hinchas visitantes puedan ir al estadio a alentar a su club. «Y si no es normal, al menos transmitamos que es un partido de fútbol que tiene un montón de matices y condimentos y situaciones, pero no tiene que ir más allá. No es de vida o muerte, ese es un mensaje muy malo para nuestra sociedad», subrayó el entrenador «millonario».
Hace más de cinco años que en Argentina está prohibido que la hinchada visitante asista a los partidos de fútbol de todas las categorías, en una medida que dispuso en 2013 el entonces Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner en conjunto con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para frenar la ola de violencia en los espectáculos deportivos.
Sólo en algunos partidos en particular se habilita la asistencia de la afición visitante, aunque con amplios operativos de seguridad. En los encuentros de los torneos de verano también suelen ir ambas hinchadas a los estadios. Ayer, el clásico de la ciudad de Rosario entre Newell’s Old Boys y Rosario Central por la Copa Argentina debió jugarse en el estadio de Arsenal, en la localidad bonaerense de Sarandí, vacío, sin espectadores.
Las «barrabravas», los sectores más violentos de las hinchadas de fútbol, están bajo sospecha de manejar negocios ilícitos y varios de sus líderes e integrantes fueron investigados y condenados por diversos delitos.
El ministro de Justicia y Seguridad de la ciudad de Buenos Aires se había manifestado en un principio en contra de habilitar el ingreso de visitantes al considerar que «todavía no están dadas las condiciones para que eso suceda». Martín Ocampo aseguró que no quiere «poner en peligro a la gente».
«Todavía tenemos situaciones violentas que hay que superar. Es un compromiso de todos, no sólo de las autoridades de la ciudad, sino también de los dirigentes, los hinchas, los medios de comunicación. hay una exacerbación que es peligrosa», advirtió el funcionario.
Boca Juniors y River Plate, ambos clubes de Buenos Aires, jugarán un «superclásico» histórico en la final de la Copa Libertadores. La ida se jugará el 10 de noviembre en el estadio La Bombonera de Boca, mientras que la vuelta está programada para el día 24, aparentemente en el estadio Monumental de River.
Y es que la participación de River en la final está todavía en el aire. La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) debe resolver un reclamo del Gremio de Brasil, rival de River en la semifinal, que denunció al club argentino por el incumplimiento de una sanción por parte de Gallardo.
El entrenador estaba sancionado para el partido de vuelta disputado el martes en Porto Alegre, pero se comunicó con su cuerpo técnico a través de un intercomunicador y después bajó al vestuario en el entretiempo. River, que había caído 1-0 en la ida, iba perdiendo 1-0 en el descanso y acabó imponiéndose por 2-1.
Gremio reclama que la Conmebol le dé el partido por ganado al considerar que la actuación de Gallardo tuvo una incidencia en el resultado. El fallo del caso podría conocerse hoy.