Por ARNIE STAPLETON
Agencia AP

En su intento por proteger a los quarterbacks, es la NFL la que se está llevando lo peores golpes.

A la liga le han llovido críticas por sancionar de manera más rigurosa los impactos considerados innecesarios contra los mariscales de campo. Por si fuera poco, un jugador defensivo sufrió una lesión que lo marginará del resto de la campaña, por tratar de cumplir con la nueva regla, que impide caerle encima con todo el peso al quarterback.

Durante el receso entre campañas, los dueños de la NFL pidieron que el comité de competencia de la liga protegiera mejor a los preciados quarterbacks. En 2017, Anthony Barr, linebacker de los Vikings, le fracturó la clavícula a Aaron Rodgers, el astro de los Packers.
Así que la NFL desempolvó una regla instituida 24 años atrás pero que rara vez se hacía cumplir. Dicha regla prohíbe a los jugadores defensivos caerle encima al quarterback con más de la mitad de su peso corporal.

“Esto me ayuda, porque soy quarterback”, reconoció Deshaun Watson, de los Texans de Houston. “Pero algunas de las decisiones han sido una locura”.

De hecho, han resultado tan inconsistentes, que el linebacker de los Packers, Clay Matthews, opinó que la liga es demasiado escrupulosa. Matthews ha incurrido en tres infracciones de este tipo, y argumenta que nadie sabe con certeza cómo se puede propinar un golpe válido.

Los jugadores defensivos, que tenían ya prohibido golpear en zonas distintas al torso, deben ahora preocuparse también por no caerle encima al quarterback. O al menos, deben dar un giro mientras lo abrazan, como si fueran un cocodrilo que gira sobre su presa.

Ese giro es “un movimiento antinatural cuando tratas de derribar a un jugador corpulento”, como Ben Roethlisberger o Andrew Luck, dijo Teryl Austin, coordinador defensivo de los Bengals de Cincinnati. “Contra ellos, saldrás rebotado”.

Shane Ray, linebacker de los Broncos de Denver, opinó que el giro no representa siquiera una opción en muchas ocasiones.

“A veces estás en un ángulo raro, o te pueden empujar contra el quarterback”, explicó. “Hay un caos ahí, cuando tienes todos estos cuerpos que vuelan por los aires”.

Y los intentos por cuidar al quarterback pueden resultar peligrosos para el jugador defensivo. Así quedó demostrado el domingo, cuando William Hayes, defensive end de los Dolphins de Miami, se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, al esforzarse por no caerle encima a Derek Carr, de los Raiders de Los Ángeles.

“A ellos no les importa que los demás nos lesionemos, siempre y cuando el quarterback esté seguro”, sentenció Richard Sherman, cornerback de los 49ers, al retuitear un video que muestra el momento en que Hayes se lastima.

Akeem Spence, defensive tackle de los Dolphins, tampoco estaba muy contento.

“Hay que ser sinceros, esa regla es difícil de cumplir”, comentó. Will iba a hacer una jugada, en busca de capturar al quarterback y de rodar con él al final, sin colocar todo su peso encima y consiguiendo de todos modos la captura. Terminó lastimándose, y eso apesta, porque trata de proteger al quarterback y de hacer al mismo tiempo la jugada.

Hasta ahora, se han marcado 34 castigos por este tipo de impactos sobre el quarterback. Ello equivale apenas a un pañuelo amarillo por cada 100 intentos de pase, pero constituye un aumento colosal respecto de la cifra del año pasado. Hubo 16 infracciones de esta índole sancionadas durante las tres primeras semanas de la campaña anterior y 20 en el año previo.

La falta de coherencia y claridad es el motivo por el que “no me gusta la regla”, indicó Troy Aikman, actual comentarista de la cadena Fox y cuya carrera que lo llevó al Salón de la Fama se abrevió por los golpes que recibió durante 12 años con los Cowboys.

“Pienso que la liga reaccionó de manera exagerada, y creo que continuarán atestiguando la controversia que se ha creado”, dijo Aikman. Añadió que la interpretación estricta de la regla de 1995 “cambia el resultado de los partidos y, eventualmente, les costará el empleo a algunos entrenadores”.

En tanto sólo se han lanzado unos cuantos pañuelos por casos en que los jugadores agachan la cabeza para golpear con el casco. Ello demostraría que los jugadores, entrenadores y árbitros se han adaptado ya a ese cambio en la regla.

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