Por DAVID GINSBURG
WASHINGTON
Agencia (AP)

La esférica superó la barda de jardín central y los aficionados estallaron en un solo alarido. Bryce Harper arrojó su bate, levantó ambos índices hacia el cielo y soltó un grito de éxtasis mientras llovían serpentinas sobre la multitud de 43 mil 698 aficionados.

Pudo haberse tratado de un juego de playoffs. Pero que fuera solo el Derby de Jonrones no le importó a Harper ni a los aficionados de los Nacionales de Washington, que quedaron emocionados con ver al héroe local sacudir el último cuadrangular de la noche de ayer.

En medio de todo en especial de una temporada complicada Harper tomó el micrófono y dijo: “Este público: ¡Wow! ¡Nacionales de Washington, baby!”
Con una demostración excepcional de poder y bateo oportuno, Harper vino de atrás en la ronda final ante los lanzamientos de su padre para vencer 19-18 a Kyle Schwarber de los Cachorros de Chicago.

Harper bateó el bambinazo de la victoria en tiempo extra, la recompensa por pegar dos cuadrangulares de al menos 440 pies durante los cuatro minutos de tiempo regular. Luego de que conectó el tablazo ganador, el toletero de los Nacionales entró de inmediato en modo festivo.

“Tenemos a algunos de los mejores aficionados del béisbol, y poder hacer esto en compañía de mi familia, es un momento increíble, no solo para mí, sino para la organización y los fanáticos de los Nacionales”, dijo Harper.

Su compañero en Washington, Max Scherzer, el abridor por la Liga Nacional para el juego de hoy, también apreció el momento.

“Es increíble. Estamos en casa”, expresó Scherzer. “El público lo respalda. Entró en ritmo, no se complicó y siguió pegando jonrón tras jonrón”.

Vistiendo una banda en la cabeza que asemejaba a la bandera del Distrito de Columbia y una manga en el brazo derecho con las franjas y las estrellas de la bandera estadounidense, Harper estaba abajo 18-9 con 1:20 de tiempo restante antes de remontar. Sonó jonrones en nueve de sus últimos 10 turnos del tiempo regular.

Harper hizo arreglos para tener a su padre, Ron, lanzándole en el concurso anual que es parte de las festividades del Juego de las Estrellas, lo que hizo que el momento fuera incluso más memorable.

“Solo soy tan bueno como el que me lanza la pelota”, dijo Harper con una sonrisa.

Horas antes del concurso, Harper se emocionó al hablar sobre la oportunidad de que su padre participara en el evento. El cañonero de 25 años dijo que su papá “se mató trabajando todos los días para proveer a su familia” y “poder lanzarme ahora en un parque de Grandes Ligas es la cereza del pastel”.

Después, Ron Harper dijo de su hijo: “Lo hizo fenomenal. Estoy muy orgulloso. Es un gran chico. No se puede pedir más”.

Ha sido una temporada complicada para Harper, quien batea para apenas .214 con los decepcionantes Nacionales. Ganó el concurso que muchos cañoneros evitan por miedo a que los desgaste o les saque de ritmo.

Harper, en cambio, solo puede esperar a que le ayude a recuperar su nivel.

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