Por Alberto Bravo
Madrid
Agencia (dpa)

Neymar se fue hace un año y recientemente fueron Cristiano Ronaldo, Andrés Iniesta y Fernando Torres quienes abandonaron una Liga española que se encomienda al advenimiento de nuevas estrellas para defender su capacidad de seducción.

«Estamos trabajando para que un movimiento así no sea tan importante. (…) En LaLiga estamos por encima del nombre de los jugadores, igual que el Real Madrid está por encima de la marca Cristiano Ronaldo», aseguró recientemente Javier Tebas, el patrón de los clubes españoles, en el diario Marca.

Pero es innegable que un torneo no vale lo mismo con Cristiano Ronaldo o con Neymar que sin ellos. De hecho, a la Liga española sólo le queda a Lionel Messi entre los grandes «cracks» mundiales. Y, qué duda cabe, el próximo clásico entre Real Madrid y Barcelona, vendido durante casi una década como el mayor espectáculo deportivo del mundo, no será lo mismo sin Cristiano Ronaldo y sin la batalla individual entre argentino y portugués.

Iniesta se fue al fútbol japonés y el Vissel Kobe le pagará 85 millones de euros por el global de las tres temporadas firmadas, la prueba del atractivo que tiene el español para un fútbol nipón que también fue capaz de seducir a Torres. Quizá el madrileño ya no es una estrella futbolística, pero sí un icono mundial reconocible en cualquier parte del planeta.

Para la Liga española, la marcha de Cristiano Ronaldo a la Juventus supone un problema añadido: el portugués refuerza poderosamente un Calcio que también tiene a clubes emergentes como Roma -semifinalista en la última Liga de Campeones- o Napoli, más la tradición que aportan Milan e Inter.

Mientras, la Liga francesa tiene a Neymar y Kylian Mbappé, dos de las grandes estrellas del momento, y la Premier League inglesa sigue siendo el torneo de mayor valor de mercado mundial no sólo con estrellas en el campo -Karry Kane, Eden Kazard, Kevin de Bruyne o Paul Pogba-, sino con entrenadores tan carismáticos como Josep Guardiola, José Mourinho o Jürgen Kloop.

La esperanza de la Liga española es que el Mundial revalorice a jugadores como Antoine Griezmann o Luka Modric –aspirantes al Balón de Oro–, que grandes futbolistas –Gareth Bale, Ousmane Dembélé o Countinho, por ejemplo– den el salto a la categoría de «cracks» y que los clubes más poderosos económicamente sean capaces de atraer a algún jugador de gran valor mediático.

Por otra parte, también es verdad, como asegura el propio Tebas, que LaLiga renovó sus contratos de televisión sin que ninguna cadena le exigiese al presencia de un jugador como Cristiano Ronaldo. Pero no es menos cierto que a medio plazo la ausencia de «megacracks» puede perjudicar la cotización del torneo.

Porque en estos momentos la realidad es que el único «glamour» que le queda a la Liga española es Messi, aunque a cambio posee la solvencia y prestigio de dos clubes como Real Madrid y Barcelona, grandes imperios ganadores que por ejemplo se repartieron las últimas cinco Ligas de Campeones, con cuatro para los blancos.

Sólo el tiempo dirá si LaLiga es una competición lo suficientemente consolidada como para resistir a la falta de superestrellas, como sí demostró la Premier League.

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